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domingo, 16 de octubre de 2016

El oscurantismo y el relativismo posmodernos

El oscurantismo posmoderno

El término “oscurantismo” suele reservarse para el período medieval durante el cual se entorpeció deliberadamente la búsqueda del conocimiento, a fin de alejar a los seres humanos del empleo de la razón y volcarlos hacia la fe. En términos generales, oscurantismo sirve también para hacer referencia a autores que escriben deliberadamente con la intención de que no se les entienda.

Pues bien, una particularidad de los autores posmodernos es su oscurantismo, es decir, la poca claridad con la que se expresan. Esto hace que muchas de sus afirmaciones resulten irrefutables, porque es imposible saber qué es lo que significan.

El posmodernismo ha difundido la idea de que los buenos autores son aquellos a quienes no se les entiende, pues eso significa que son autores complejos, profundos.

Cuando alguien dice que una proposición posmoderna es errónea, el posmoderno siempre podrá decir que no se le ha entendido, que su discurso es muy complejo.

Varios posmodernos han reconocido su intención de no hacerse entender, como Derrida, el padre del deconstructivismo. Roland Barthes, otro posmoderno, dice que la claridad del lenguaje es una “ideología burguesa”. Dice que la valoración de la calidad en la prosa surge en el siglo XVII, a la vez que la burguesía. Aunque esto pueda ser cierto, no significa que la estrategia de la clase obrera tenga que consistir en soltar disparates ininteligibles para hacer la revolución.

Jaques Lacan, representante del posmodernismo y del psicoanálisis (doble timo), decía: cuanto menos entienden, mejor escuchan. Este hombre llegó a decir que el falo es idéntico a la raíz cuadrada de menos uno. Deformaba y fusionaba palabras de manera absurda creando un lenguaje propio, usaba juegos de palabras, homofonías, utilizaba términos matemáticos (estructuras algebraicas, de teoría de grupos y de topología) sin venir a cuento, incluso inventaba formas matemáticas, los “matemas”, que escandalizaban a los científicos. Su escritura parecía buscar sólo la excentricidad. El libro “imposturas intelectuales” dedica un capítulo a destapar las absurdeces de este psicoanalista.

Al igual que Lacan, los mencionados Derrida y Barthes también tomaron la costumbre de inventar palabras. Derrida a veces incorporaba al texto media palabra, y en la página siguiente ponía la segunda mitad de la palabra. 

Los que se oponen al predominio de la razón, naturalmente se oponen a la claridad en el lenguaje. Los ilustrados confiaron en la utilidad del lenguaje como herramienta que representara el mundo a través de la razón. Como los posmodernos dicen que el lenguaje nunca podrá representar el mundo, utilizan un lenguaje confuso para ratificar su postura.

La claridad en el lenguaje ha conducido al bienestar humano. Si empezamos a hablar de forma ininteligible, dejaremos de entendernos, lo cual haría derrumbar el edificio de nuestra civilización.

El relativismo posmoderno

Si a un posmoderno le preguntas que si Dios existe, probablemente te responderá “sí y no”. Es decir, que existe para los creyentes pero que no existe para los ateos. Según los posmodernos, la verdad es relativa, y cada cual tiene “su verdad”. Eso implica que las verdades universales simplemente no existen. Los posmodernos dicen que esto traerá la igualdad social, porque en los debates no habrá ganadores ni vencedores, y todos seremos igual de poseedores de la verdad. Esto es una solemne tontería, es lógicamente imposible que dos personas tengan razón si sostienen posiciones contrarias.

El relativismo sostiene que la verdad es relativa al contexto, aunque no hay acuerdo entre los relativistas sobre cuál es la unidad contextual. Según algunos, dicha unidad es el individuo. Es decir, que la verdad depende de cada individuo, cada uno tendría su verdad. Esta postura implica un subjetivismo absoluto, y es opuesta a la existencia de verdades objetivas.

La mayoría de relativistas actuales sostiene que dicha unidad contextual es la comunidad, o dicho con más precisión, la cultura. Es decir, la verdad sería relativa a cada cultura. A este posicionamiento se lo denomina relativismo cultural.

Los antropólogos, durante el estudio de las diferentes culturas, observaron que las creencias y costumbres de cada cultura eran distintas, y que no había normas universales. Se observa entonces que existe un relativismo cultural, que cada cultura tiene sus normas. Este relativismo cultural podría denominarse “descriptivo”, pues describe una realidad observada por los antropólogos. Sin embargo, muchos quieren que dicho relativismo cultural sea “prescriptivo”, es decir, que dicha realidad debe conservarse tal cual, de modo que no se puede hablar objetivamente de lo que es bueno y malo, pues hay tantas valoraciones al respecto como culturas. Las conductas que se den en el seno de una cultura sólo pueden ser juzgadas desde el interior de dicha cultura. Dicho relativismo aplicado a las normas de conducta se denomina relativismo moral.

Un problema del relativismo es que niega la existencia de progreso: puesto que cada creencia o costumbre es valorable en función de su propio contexto, no existen creencias o costumbres mejores que otras. El progreso, por otro lado, presupone una dirección hacia creencias y costumbres mejores. Pero si decimos que no existen costumbres o creencias mejores, entonces no hay motivo para intentar mejorar este mundo, pues ningún esfuerzo constituirá una mejora en tanto no exista un patrón objetivo de “mejor” y “peor”.

Si decimos que la ciencia no es más que un producto de un contexto cultural concreto, y que no tiene más validez que la brujería, ¿para qué molestarse en investigar para alcanzar nuevos logros científicos o médicos?

Otra debilidad del relativismo es que se trata de una idea autorrefutada: se refuta a sí misma. Si uno afirma que todo es relativo, entonces dicha afirmación también es relativa, con lo cual se admite la posición contraria, que dice que no todo es relativo.



Referencias:

- El posmodernismo, ¡vaya timo! (Gabriel Andrade).
- El olvido de la razón (Juan José Sebreli).
- Imposturas intelectuales (Alan Sokal y Jean Bricmont).

domingo, 9 de octubre de 2016

Introducción al posmodernismo

Es habitual encontrar el término “posmodernismo” en redes sociales y medios de comunicación, normalmente en contextos de debate político, en los que el término “posmoderno” suele aparecer utilizado como descalificativo. Como veremos, el posmodernismo tiene mucho de criticable, y en este artículo y en los siguientes iremos analizando las posturas que defiende.

Para explicar en qué consiste el posmodernismo, lo mejor es empezar por la etimología, que lo que nos dice es que “posmodernismo”, quiere decir “después del modernismo”. El posmodernismo es la corriente de pensamiento posterior al modernismo y que reacciona contra el mismo, sosteniendo posiciones contrarias.

Pero, ¿qué es exactamente el modernismo? El modernismo es una mentalidad colectiva surgida en Europa en el siglo XVII y que se basa en el predominio de la racionalidad en todas las esferas de la vida. Se quiso utilizar la racionalidad para conocer la naturaleza, y así surgió el método científico. El desarrollo de la ciencia y la tecnología fue trayendo consigo un mayor control sobre la naturaleza y una mejora de las condiciones sanitarias, lo que fue elevando el nivel de vida. Este período de transformaciones se denominó “modernidad”, y el modernismo sería la defensa de dichas transformaciones.

La racionalidad también se extendió a las artes, en la que adquirieron protagonismo la armonía, el equilibrio y la proporción, predominando las obras realistas. La literatura también abrazó la racionalidad. Se dejó de escribir sobre brujas y demonios y se empezó a hacerlo sobre asuntos reales, utilizando minuciosos detalles narrativos.

Enseguida hubo una reacción a la racionalidad en el mundo de las artes. Hubo artistas que quisieron rebelarse contra la racionalidad y contra las normas estéticas. Se deseaba que el arte fuera pura expresión, sin camisas de fuerza que impongan criterios estéticos. Algo parecido sucedió con la literatura, que empezó a interesarse por el absurdo, buscando nuevos efectos estéticos.

Esta reacción a la racionalidad es entendible en las artes, incluso enriquecedora. El problema viene cuando se reacciona contra la racionalidad en ámbitos como la filosofía, la ciencia o la medicina.

Frente a la defensa de la racionalidad del modernismo, el posmodernismo pone por delante la intuición, las emociones o incluso lo absurdo y lo irracional. En el modernismo no hay cabida para chamanes y astrólogos, sino para médicos y astrónomos. El posmodernismo quiere reivindicar el espíritu libre de chamanes y astrólogos frente a un supuesto “totalitarismo científico”. Para los posmodernos la ciencia enuncia “discursos totalizantes” que se quieren aplicar de modo universal, y sostienen que no puede haber nada universal, que cada contexto tiene sus particularidades insalvables.

El posmodernismo se ha asociado a la izquierda, pues ha sido defendido por intelectuales que se supone que son de izquierdas. Sin embargo, el posmodernismo acaba por ser más cercano a la derecha reaccionaria.

Pero, ¿qué es la izquierda? La Guerra Fría proporciono una distinción nítida entre lo que es la derecha y lo que es la izquierda. Ser de izquierdas significaba apoyar los valores que defendía la Unión Soviética, ser de derechas significaba defender los valores promovidos por Estados Unidos. Actualmente y a grandes rasgos, podemos decir que la izquierda es el conjunto de posiciones políticas que defiende la igualdad entre los seres humanos.

En ese sentido, actualmente la izquierda se opone al capitalismo, pues es un sistema económico que acentúa las diferencias económicas entre las clases sociales. Frente a dicho sistema, la izquierda plantea como alternativa el socialismo, en el que no existen las clases sociales.

La distinción entre izquierda y derecha proviene de la época de la Revolución Francesa. La izquierda se oponía a la monarquía y al feudalismo, quería una sociedad en la que se dejase de pertenecer a un estrato social por nacimiento y derecho divino. La derecha apoyaba la monarquía y el régimen feudal, así como la participación del clero en los asuntos públicos.

La izquierda, por tanto, ha defendido los valores propios de la modernidad: igualdad, y predominio de la razón frente a la fe. Marx y Engels, padres del socialismo moderno y figuras más inspiradoras de la izquierda actual, también están inscritos en el modernismo. Defendían que había que analizar científicamente las sociedades para poder transformarlas. Además eran universalistas, pues defendían que sus ideas podían aplicarse a todo el mundo, que toda la humanidad debía alcanzar la sociedad comunista.

Sin embargo, parte de la izquierda se volvió contra los ideales de la modernidad. Pensaban que el uso de la racionalidad había ido demasiado lejos, que la supuesta superioridad del Occidente moderno había empujado a Europa a practicar el imperialismo. También decían que el conocimiento científico se había utilizado para hacer daño, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial.

El objeto de crítica de esta nueva izquierda posmoderna ya no era el capitalismo, sino una sociedad occidental que quería imponer el racionalismo en todo el mundo. El posmodernismo se opone a la hegemonía cultural de Occidente, y defiende la conservación de las sociedades ajenas al predominio de la racionalidad y la ciencia. Un ejemplo de ello fue el apoyo de algunos intelectuales posmodernos, como Foucault, a la revolución islámica de Irán. Apoyaron el régimen teocrático y reaccionario de los ayatolás por ser opuesto a la hegemonía cultural de Occidente. Hablaremos en otras publicaciones de la filosofía de Foucault.

Michel Foucault, conocido filósofo posmoderno que apoyó la "revolución" islámica de Irán de 1979.


Esta izquierda empieza a parecerse a la derecha reaccionaria, pues defiende modelos de sociedad previos a la Revolución Francesa. Como veremos más adelante, los posmodernos defienden el multiculturalismo, dicen que cada cultura ha de mantenerse intacta, que todas son igual de válidas y que ninguna tiene derecho a imponerse sobre las demás. Se opone, por tanto, a los derechos universales promovidos por Occidente.

Un movimiento íntimamente ligado a la modernidad y surgido en el siglo XVIII fue la Ilustración. Recibe ese nombre por ser una época en la que la razón iluminó la sociedad, dejando atrás la época de oscuridad en la que predominaba la fe. El siglo XVIII fue denominado “el siglo de las luces”.

La Ilustración tuvo consecuencias políticas, pues al oponerse a la fe se oponía al derecho divino y a los privilegios obtenidos por nacimiento. Los ilustrados defendían la igualdad ante la ley, y tenían un carácter cosmopolita, eran universalistas: defendían que la especie humana era una y que toda ella tenía que salir de la oscuridad y abrazar los valores basados en la racionalidad. Todos debíamos avanzar hacia el progreso.

Estas ideas cristalizaron en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, redactados por los revolucionarios franceses. La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 sería una extensión actualizada.

Como reacción contra la Ilustración, surgió la contrailustración. Los contrailustrados estaban en contra de la idea universalista de que toda la humanidad debía encaminarse hacia el progreso, decían que cada pueblo tenía una idiosincrasia que había de ser respetada, y que cada uno seguía su propio camino.

Frente a las pretensiones universalistas de los ilustrados franceses, los románticos alemanes defendían las particularidades de cada pueblo. Un importante romántico fue Herder, que utilizó el término Volksgeist, o “espíritu del pueblo”. Herder decía que cada pueblo tenía su Volksgeist, su propia idiosincrasia, que le concede una identidad única que debe ser conservada y nunca “contaminada” por influencia de otras culturas. Herder fue el padre del nacionalismo moderno. Ese deseo de conservar el Volksgeist fue lo que impulsó a Hitler a hacer lo que hizo, a querer evitar que su pueblo “se contaminara”.

El romanticismo también se opuso a la Ilustración en otros aspectos. Por ejemplo, se oponía al control de la naturaleza como forma de avance de la civilización, y prefería el contacto con ella en toda su pureza. También se opuso a la laicidad, abrazando los antiguos mitos, e incluso impregnando de sublimidad la Edad Media.

Además de existir un irracionalismo religioso, también existió un irracionalismo ateo, Nietzsche sería un representante del mismo. Nietzsche se oponía a todo sistema de reglas que limitara la acción humana. Estaba en contra de las normas de las religiones, pero también contra las normas de la racionalidad y del método científico.

Los posmodernos son herederos de estos movimientos contrailustrados.



Referencias:

- El posmodernismo, ¡vaya timo! (Gabriel Andrade).
- La derrota del pensamiento (Alain Finkielkraut).
- El asedio a la modernidad (Juan José Sebreli).

jueves, 25 de agosto de 2016

"Big Bang Theory", una serie perjudicial para la ciencia




Esta famosa serie ha supuesto toda una novedad televisiva, al menos en España. Nunca había saltado a la fama una serie de humor al estilo “Friends” en la que los protagonistas fuesen cuatro personajes de lo más exageradamente friki.  Sus protagonistas son los siguientes: Howard, un ingeniero que viste de modo extravagante y que aún vive con su madre; Leonard, un físico bastante pringado en general; Sheldon, un físico que tiene problemas para comunicarse con la gente normal; y Rajesh, otro físico al que le es imposible hablar con mujeres. A todos les une el gusto por los videojuegos, los cómics y la ciencia ficción, así como la ciencia y la tecnología en general. Penny, su vecina, es una chica normal que hace de contrapunto: ellos se ríen de su falta de cultura científica, y ella se extraña de la incapacidad que tienen para entender obviedades, al menos obviedades para quienes llevan una vida más normal.

A pesar del interés que ha despertado, en el fondo la serie no supone ninguna novedad. Pocas cosas hay tan repetidas en la historia del cine como el típico científico loco. Un tipo raro que piensa demasiado y que tiene ideas anormales en su cabeza. Basta ver “El Profesor Chiflado”, “Flubber”, “Regreso al Futuro”… Es lo mismo, pero adaptado al siglo XXI, ¿Quiénes son los “locos y raros” del siglo XXI? Los frikis. ¿Cuál es el formato cinematográfico de moda en este siglo? La serie.

Se sigue transmitiendo la idea de que los científicos son gente excéntrica, que habla de cosas que nadie entiende, ni puede entender. Como si la física tratase de cosas muy enrevesadas que sólo pueden ser comprendidas por mentes extrañas. Se fomenta el tópico de que la gente que se dedica a la ciencia “vive en su mundo” y que eso provoca que dicha gente se aleje del mundo real y tenga una bajísima inteligencia emocional. Dicha falta de habilidades sociales se convierte en objeto de mofa en serie como ésta, en películas como aquellas.

Adjunto un fragmento del libro “La Guerra de Dos Mundos”, de Sergio Palacios, en el que se cita lo que dice el “Profesor Chiflado” en la película homónima:

“Ni en los sueños más fantásticos pensé hallar un compuesto metastable cuya configuración molecular fuera tal que la liberación de pequeñas partículas de energía desencadenara un cambio en su configuración. Este cambio en la configuración libera cantidades enormes de energía, pero ésta actúa solamente en dirección a la fuerza que provoca el cambio molecular. Por esa se llama energía repulsiva. Y por extraño que parezca, el efecto total es transitorio y, al cesar la aplicación de la energía externa, las partículas elementales vuelven al estado de pseudoequilibrio. ¿No es maravilloso?”

Frases como las anteriores, aunque dichas con fines cómicos, han hecho (y siguen haciendo) bastante daño a la ciencia y a los que nos dedicamos profesionalmente a ella. Han transmitido una imagen de materia fuera del alcance de los comunes mortales, exclusiva para genios un poco chalados y absolutamente ajenos a la realidad. Esto provoca miedo a la hora de intentar comprender los fenómenos naturales del mundo que nos rodea y el miedo conduce a la ignorancia. Ni la ciencia es inaccesible ni los científicos son como el profesor Brainard.


El profesor Palacios viene a decir lo que ya he dicho arriba, y en Big Bang Theory aparecen continuamente diálogos incomprensibles como el del Profesor Chiflado, en los que hablan de la teoría de cuerdas, relatividad y otros temas de física que en ningún momento son aclarados.

Sin embargo, sí que hay otras series en las que se fomenta de manera correcta el interés por la ciencia.

Bajo mi punto de vista, una serie que ha beneficiado al mundo de la ciencia es CSI (Crime Scene Investigation). CSI es una serie policíaca en la que criminalistas resuelven crímenes gracias a sus conocimientos científicos. Es como una serie policíaca de las de siempre pero en que la que son científicos, y no detectives, quienes resuelven los crímenes. En la serie se explican principios científicos básicos y otros no tan básicos, y se muestra como éstos principios tienen una aplicación muy loable, que es la de hacer justicia y capturar a los asesinos.

La serie fue un éxito hace ya varios años, y se hicieron series de continuación (Al principio era CSI Las Vegas, luego aparecieron CSI Miami, CSI Nueva York y CSI Cyber). Además, aparecieron enseguida otras series en las que se resolvían crímenes aplicando conocimientos científicos: Sin Rastro, Bones, NCIS, Mentes Criminales… CSI dejó una importante huella dentro del género policíaco.

Con CSI no sólo se aprende ciencia, también se fomenta el interés en ella al no caer en el error de Big Bang Theory de hacer creer que los científicos son “gente rara”. En CSI, los científicos son gente normal con vidas normales. Voy a poner dos ejemplos de personajes de CSI Las Vegas, cuyas imágenes aparecen debajo:

 
Esta es Catherine Willows, una mujer normal y corriente que tiene problemas con su exmarido por la custodia de su hija.

Y este es Greg Sanders, que hace los análisis de ADN y cuyos intereses son las chicas y el surf. ¿Hay algo mejor para la ciencia que hacer ver a los niños y niñas que se puede molar y ser científico a la vez?


He aquí una serie que combate la idea estereotipada de que los científicos son gente extraña y asocial. Fomentar esos estereotipos provoca que la gente no se interese por la ciencia, lo cual obstaculiza el progreso científico.

Adjunto este vídeo que ejemplifica lo que digo, en el que se ve lo que digo de que se habla de temas científicos sin explicar nada, haciendo que todo parezca demasiado complicado: entropía de agujeros negros, gravedad cuántica de bucles, etc.

Sin embargo, queda algo por añadir sobre este vídeo. En sólo 3 minutos se ven un par de comportamientos machistas: Leslie le dice a su novio (Leonard) que no permita que Sheldon le hable así, como si ella no pudiera defenderse sola. Luego se enfada con Leonard porque no comparte su postura, y dice que le preocupa porque para ella es muy importante la educación de sus hijos, y no quiere que compartan la postura de Leonard. Es la mujer la preocupada por los hijos, la que interioriza el papel de criadora de los hijos e hijas.


De todos modos esto es sólo un ejemplo, la serie en su conjunto no deja muy bien posicionadas a las mujeres. Las mujeres que saben de ciencia (como la madre de Leonard o El personaje anterior, Leslie) salen de manera breve en la serie, o son ninguneadas porque su campo de estudio es inferior (Amy Farrah Fowler). En la mayoría de los casos las mujeres son “novias de” que se muestran preocupadas por aspectos emocionales, mientras que el dominio del mundo racional lo tienen los hombres.




domingo, 14 de agosto de 2016

Apuntes sobre el sistema educativo cubano


En este post voy a hablar sobre algunos rasgos llamativos del sistema educativo cubano, basado en la información que recogí durante un viaje a Cuba organizado este año por la Federación de Enseñanza de CCOO, viaje cuyo objeto era que los afiliados/as conociésemos dicho sistema educativo. Durante el viaje visitamos centros de infantil, primaria, secundaria, politécnico (FP) y universidad. Quien organizaba las visitas a los centros era el sindicato cubano SNTECD (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte). Los sindicalistas cubanos nos explicaban cómo funcionaba el sindicato dentro de cada centro educativo y los docentes que nos recibían en cada uno de ellos nos explicaban el funcionamiento de cada etapa.

No hablaré del funcionamiento del sindicato cubano (es semejante al español pero los órganos y cargos difieren básicamente en el nombre), sino que, como he dicho, hablaré del sistema educativo en sí. He de empezar diciendo que hay varias similitudes con el sistema educativo español, que considero innecesario mencionar. Me centraré en las diferencias del sistema cubano con el español. Para acabar esta introducción, añadiré que el texto puede resultar un poco anárquico y fragmentario, pero se debe al hecho de que se basa en anotaciones que hice durante las explicaciones de los docentes cubanos.

Empezaré hablando de los círculos infantiles, que es el nombre que se le da en Cuba a las escuelas infantiles. En ellos se da la etapa pre-escolar, en la que los alumnos permanecen entre los 1-5 años de edad. No es una etapa obligatoria, los padres pueden educar a sus hijos en sus casas, siguiendo el programa “Educa a tu hijo”, supervisado por el Estado.

En esta etapa las aulas son de unos 25 alumnos, y hay 3 ó 4 docentes por aula. Los cubanos dan mucha importancia a la educación infantil, por considerarla una etapa crucial en la educación. De ahí que tengan a tantos docentes por aula.

La enseñanza de la lectoescritura es gradual: en la etapa pre-escolar se enseña a los niños y niñas a reconocer las letras, y ya en la etapa primaria aprender a leer y escribir. Sobre la lectoescritura, cabe destacar que dos años después de la Revolución (1959) ya se había alfabetizado a toda la población del país, gracias al potente programa educativo del gobierno revolucionario, que se aplicó con rapidez. Se construyeron nuevas escuelas e incluso se convirtieron los antiguos cuarteles de la dictadura de Batista en centros educativos.

La etapa primaria comprende 6 grados, de 1º a 6º (desde los 6 hasta los 11 años) y no hay diferencias relevantes respecto al sistema educativo español, se estudian las mismas asignaturas, salvo que a lo que llamamos “lengua” ellos lo llaman “español”.

La etapa secundaria incluye del 7º al 9º grado. Para poder ser docente de secundaria, los estudiantes egresados de la Universidad deben recibir dos años de formación pedagógica (mientras que en España el máster de educación es de un año). Al inicio del curso, los docentes tienen a un profesor/a más experimentado en su aula que supervisa su trabajo para corregir errores y dar consejos. Después el docente ya trabaja solo. Son las llamadas “visitas de ayuda pedagógica”. 

Los docentes reciben aumentos de salario cuando sus alumnos y alumnas sacan buenos resultados. Pero no pueden hacer la trampa de hacer exámenes fáciles para que todo el mundo apruebe, ya que quienes ponen los exámenes son los llamados “jefes de grado”, de los cuales hay uno por curso. Cada uno pone los exámenes de su grado (7º, 8º y 9º).

En secundaria hay exámenes escritos pero también existen exámenes orales, algo poco generalizado en España. También tienen técnicos de laboratorio, que sirven para ayudar a los docentes de ciencias a hacer prácticas de laboratorio.

Después de la secundaria, y para quienes quieran acceder a la Universidad, viene el preuniversitario, que es de tres años. Es el equivalente al bachillerato. En esta etapa se añade el marxismo al currículo, y no existen optativas, tampoco en secundaria. Todo el alumnado da las mismas asignaturas para de ese modo reciba una educación integral, tanto en humanidades como en ciencias.

Su selectividad consta de tres exámenes: español, matemáticas e historia de Cuba. Es la misma para todas las carreras universitarias.

Antes de pasar a hablar de la Universidad, hablaré del politécnico, equivalente a nuestra Formación Profesional. Es de 4 años, lo cual presenta la ventaja de que el alumnado sale con una formación más amplia, apta para más puestos de trabajo.

En cuanto a la Universidad, la duración de las carreras es semejante a la que teníamos en España antes del Plan Bolonia: todas las carreras son de 5 años excepto medicina, que es de 6. Los planes de estudios se deciden a nivel estatal en el Ministerio de Educación Superior, y participan representantes de las universidades. Sucede lo mismo con las líneas de investigación que se siguen (a destacar: nanotecnología, biomateriales, medicina y medio ambiente), se deciden de manera centralizada en el mismo ministerio por encuadrarse en una economía planificada, propia de los países socialistas. Como logro de la Revolución, se ha conseguido pasar de tener 3 universidades en Cuba antes de la misma a tener 67 en la actualidad. Varias de ellas tienen acreditación de excelencia, y una de ellas lanzó la primera vacuna sintética del mundo, contra la bacteria Haemophilus influenzae.

Disponen de un programa semejante al Erasmus, pero se lleva a cabo con otros países de América Latina y también con países de África. Antes de que se derrumbase el campo socialista, también se hacía con otros países socialistas, como la RDA (República Democrática Alemana).

Cabe mencionar la fuerza del movimiento estudiantil cubano. La organización que representa a los estudiantes es la FEU (Federación Estudiantil Universitaria, fundada en 1922), y tiene a representantes suyos en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Sobre esta asamblea, es el órgano equivalente a nuestro Congreso de los Diputados, el órgano legislativo por el que tienen que pasar todas las decisiones políticas, y está formado por diputados/as propuestos por el pueblo cubano y votados democráticamente por el mismo. Lo conforman miembros del Partido Comunista de Cuba y también miembros sin partido.

Además, el Secretario General de la FEU está en el Consejo de Estado, lo cual le da más fortaleza aún a la voz de los universitarios/as.

A nivel general, existe un “Plan Estatal de Atención Especializada”, para prevenir y tratar problemas habituales en los docentes, como es la faringitis. La pensión para los jubilados es de un 90% del salario (para todos los trabajadores/as independientemente de su profesión). Los hombres se jubilan a los 65 años y las mujeres a los 60.

Todas las etapas mencionadas, incluidas la infantil y la universitaria, son gratuitas, incluidas las residencias estudiantiles. Sólo en La Habana hay 6 de ellas. Esta gratuidad viene dada por la importancia que le da el gobierno socialista a la educación como derecho fundamental. Y esa importancia viene plasmada en los presupuestos: se gastan un 25% de los mismos sólo en educación. Como dijo una trabajadora de la Universidad de la Habana, “queremos que nuestros ciudadanos tomen posiciones desde el conocimiento”. Un pueblo culto e instruido es un pueblo difícil de engañar.

Como comentario final, en la isla tuve la ocasión de hablar con bastante gente, y tanto los defensores del socialismo como los anticastristas coincidían en que el sistema educativo cubano es de gran calidad (decían lo mismo del sistema sanitario). Agradecen haber podido estudiar gratuitamente y están orgullosos de tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo.

miércoles, 13 de abril de 2016

TRES FORMAS DE ECOLOGISMO



En este post voy a exponer las tres ramas en que se divide el ecologismo, según la clasificación que realiza Joan Martínez Alier en su libro “El ecologismo de los pobres”.

La primera corriente del ecologismo es el llamado “culto a la vida silvestre”, el amor por la naturaleza. Fue representado hace más de cien años por el Sierra Club norteamericano, fundado en 1892.

Esta forma de ecologismo no se opone a la economía de mercado, sino que supone una acción de retaguardia que pretende conservar aquellos espacios naturales a los que dicha economía de mercado todavía no ha accedido. Su propuesta política consiste en promover la creación de reservas naturales.
Surge del amor a los bellos paisajes, no del interés material que tiene la naturaleza. Sin embargo, tuvo sustento científico con la aparición de la biología de la conservación. Los defensores de este ecologismo esgrimen motivos estéticos, utilitarios (especies comestibles y posibles medicinas) y apelan al derecho a vivir que tienen otras especies. Como es habitual en la vida política estadounidense, también se apela a la religión. Se acude a religiones orientales poco antropocéntricas, o a eventos bíblicos como el del Arca de Noé, que fue un caso de conservación animal.

Una característica del mencionado Sierra Club es que en los años sesenta se oponía a la construcción de presas hidroeléctricas, pues arruinaban el paisaje. Sin embargo, no se oponían a la energía nuclear, oposición existente en la mayoría de organizaciones ecologistas actuales.

La segunda corriente es llamada “el evangelio de la ecoeficiencia”. Esta corriente sí que se preocupa de los efectos del crecimiento económico, y dirige su atención a los impactos ambientales de las actividades industriales, del urbanismo y de la agricultura moderna. Cree en un desarrollo sostenible, en un crecimiento económico que tenga en cuenta el medio ambiente y el carácter limitado de los recursos. Cree también en una “modernización ecológica” que se apoya en dos pilares, uno económico y otro tecnológico. El económico está basado en la idea de “internalizar los costes ambientales”, que consiste en que las empresas paguen por contaminar, para que de esa manera traten de evitar hacerlo, o que al menos su impacto ambiental se minimice. Hay varias propuestas para lograr esto, como poner multas por contaminar, que haya que pagar impuestos por las emisiones, etc. El otro pilar es el tecnológico, que apoya los cambios tecnológicos que puedan ahorrar energía y materias primas.

Esta forma de ecologismo se concibe como un remedio a la degradación inherente a la industrialización. A diferencia de la primera forma de ecologismo, no aprecia el medio natural como un fin en sí mismo, sino como una fuente de recursos que ha de ser conservada por su utilidad para el ser humano.

La tercera rama es denominada por Martínez Alier como “El ecologismo de los pobres”, también llamado “movimiento por la justicia ambiental”. Nace por el desplazamiento geográfico de fuentes de recursos y de sumideros de residuos hacia los países del Sur. El desarrollo económico de los países desarrollados necesita de la extracción de recursos en los países subdesarrollados, cuyas poblaciones protestan y se resisten a la actividad extractiva. Dichas poblaciones apelan a los derechos territoriales indígenas y/o al carácter sagrado de algunos espacios. De todos modos el eje principal de este movimiento no es tanto la sacralidad de la naturaleza como la propia supervivencia de las poblaciones afectadas, que luchan por mantener el entorno natural del que depende su sustento.

En EEUU, el movimiento por la justicia ambiental se vertebra en torno a casos de “racismo ambiental”, un fenómeno que consiste en que las zonas de las ciudades con más contaminación atmosférica y con más residuos tóxicos son zonas habitadas por minorías raciales. En otras partes del mundo, las protestas son protagonizadas por campesinos cuyas tierras se han visto afectadas por la minería, pequeños pescadores que se oponen al expolio de la pesca a gran escala, o personas afectadas por fábricas que contaminan la atmósfera o los ríos. A pesar de ser grupos que defienden el medio ambiente, en un principio no se autodenominaban ecologistas. Sin embargo, esta forma de ecologismo tiene un potencial muy grande, pues ha demostrado una gran capacidad de resistencia frente a la actividad extractiva de grandes multinacionales, defendiendo el medio ambiente no sólo a nivel local, sino también a nivel global. Esto se debe a que la oposición a la extracción de combustibles fósiles mantiene el carbono en el subsuelo, de lo contrario dichos combustibles serían finalmente quemados y por tanto transformados en dióxido de carbono, gas que agrava el efecto invernadero, el fenómeno más importante del Calentamiento Global.

Para conocer un ejemplo paradigmático de lucha por la justicia ambiental, pincha aquí.