cabecero4

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miércoles, 13 de abril de 2016

TRES FORMAS DE ECOLOGISMO



En este post voy a exponer las tres ramas en que se divide el ecologismo, según la clasificación que realiza Joan Martínez Alier en su libro “El ecologismo de los pobres”.

La primera corriente del ecologismo es el llamado “culto a la vida silvestre”, el amor por la naturaleza. Fue representado hace más de cien años por el Sierra Club norteamericano, fundado en 1892.

Esta forma de ecologismo no se opone a la economía de mercado, sino que supone una acción de retaguardia que pretende conservar aquellos espacios naturales a los que dicha economía de mercado todavía no ha accedido. Su propuesta política consiste en promover la creación de reservas naturales.
Surge del amor a los bellos paisajes, no del interés material que tiene la naturaleza. Sin embargo, tuvo sustento científico con la aparición de la biología de la conservación. Los defensores de este ecologismo esgrimen motivos estéticos, utilitarios (especies comestibles y posibles medicinas) y apelan al derecho a vivir que tienen otras especies. Como es habitual en la vida política estadounidense, también se apela a la religión. Se acude a religiones orientales poco antropocéntricas, o a eventos bíblicos como el del Arca de Noé, que fue un caso de conservación animal.

Una característica del mencionado Sierra Club es que en los años sesenta se oponía a la construcción de presas hidroeléctricas, pues arruinaban el paisaje. Sin embargo, no se oponían a la energía nuclear, oposición existente en la mayoría de organizaciones ecologistas actuales.

La segunda corriente es llamada “el evangelio de la ecoeficiencia”. Esta corriente sí que se preocupa de los efectos del crecimiento económico, y dirige su atención a los impactos ambientales de las actividades industriales, del urbanismo y de la agricultura moderna. Cree en un desarrollo sostenible, en un crecimiento económico que tenga en cuenta el medio ambiente y el carácter limitado de los recursos. Cree también en una “modernización ecológica” que se apoya en dos pilares, uno económico y otro tecnológico. El económico está basado en la idea de “internalizar los costes ambientales”, que consiste en que las empresas paguen por contaminar, para que de esa manera traten de evitar hacerlo, o que al menos su impacto ambiental se minimice. Hay varias propuestas para lograr esto, como poner multas por contaminar, que haya que pagar impuestos por las emisiones, etc. El otro pilar es el tecnológico, que apoya los cambios tecnológicos que puedan ahorrar energía y materias primas.

Esta forma de ecologismo se concibe como un remedio a la degradación inherente a la industrialización. A diferencia de la primera forma de ecologismo, no aprecia el medio natural como un fin en sí mismo, sino como una fuente de recursos que ha de ser conservada por su utilidad para el ser humano.

La tercera rama es denominada por Martínez Alier como “El ecologismo de los pobres”, también llamado “movimiento por la justicia ambiental”. Nace por el desplazamiento geográfico de fuentes de recursos y de sumideros de residuos hacia los países del Sur. El desarrollo económico de los países desarrollados necesita de la extracción de recursos en los países subdesarrollados, cuyas poblaciones protestan y se resisten a la actividad extractiva. Dichas poblaciones apelan a los derechos territoriales indígenas y/o al carácter sagrado de algunos espacios. De todos modos el eje principal de este movimiento no es tanto la sacralidad de la naturaleza como la propia supervivencia de las poblaciones afectadas, que luchan por mantener el entorno natural del que depende su sustento.

En EEUU, el movimiento por la justicia ambiental se vertebra en torno a casos de “racismo ambiental”, un fenómeno que consiste en que las zonas de las ciudades con más contaminación atmosférica y con más residuos tóxicos son zonas habitadas por minorías raciales. En otras partes del mundo, las protestas son protagonizadas por campesinos cuyas tierras se han visto afectadas por la minería, pequeños pescadores que se oponen al expolio de la pesca a gran escala, o personas afectadas por fábricas que contaminan la atmósfera o los ríos. A pesar de ser grupos que defienden el medio ambiente, en un principio no se autodenominaban ecologistas. Sin embargo, esta forma de ecologismo tiene un potencial muy grande, pues ha demostrado una gran capacidad de resistencia frente a la actividad extractiva de grandes multinacionales, defendiendo el medio ambiente no sólo a nivel local, sino también a nivel global. Esto se debe a que la oposición a la extracción de combustibles fósiles mantiene el carbono en el subsuelo, de lo contrario dichos combustibles serían finalmente quemados y por tanto transformados en dióxido de carbono, gas que agrava el efecto invernadero, el fenómeno más importante del Calentamiento Global.

Para conocer un ejemplo paradigmático de lucha por la justicia ambiental, pincha aquí.

1 comentario:

  1. El mito del CO2 en 4 minutos:

    http://joanfliz.blogspot.com.es/2017/06/el-mito-del-co2-herramienta-de-la-elite.html

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