Una de las razones que suelen
esgrimirse en defensa de la Selva Amazónica es que, como tiene una gran
cantidad de árboles, genera una gran cantidad de oxígeno por fotosíntesis. Como
parece ser que los animales de este mundo estamos vivos gracias a ese colosal
aporte de oxígeno, a la Selva Amazónica se la denomina “el pulmón del mundo”.
Veremos que no es así, lo cual no quita para decir que la protección de la
Amazonia es algo fundamental.
Los animales necesitamos
respirar, pero no somos los únicos. También los hongos, también muchas
bacterias, y también las plantas. Es decir, que las plantas de la selva también
respiran. Esto lo dimos en el colegio, y todo el mundo ha oído la leyenda
urbana de que si duermes con una planta en una habitación cerrada te puedes
morir, ya que de noche las plantas respiran, y te pueden quitar el oxígeno. Es
cierto que respiran, pero no te van a matar por la noche, mucha gente duerme
con su pareja y sigue viva, y eso que las parejas humanas consumen más oxígeno
que las plantas.
Las plantas, si están recibiendo
luz, realizan la fotosíntesis, proceso químico por el que la planta incorpora CO2 (dióxido de carbono) de la
atmósfera para construir sus biomoléculas (celulosa, clorofila, etc), liberando
O2 (oxígeno) a la atmósfera. La planta
también respira (de noche y también de día), haciendo el proceso contrario: las
biomoléculas se “queman”, proceso en el que se consume oxígeno y se libera dióxido de carbono.
Nuestro caso es sencillo porque
sólo respiramos, somos como una chimenea encendida: consumimos mucho oxígeno,
expulsamos dióxido de carbono y quemamos combustible, formado por las
biomoléculas de la comida que comemos. De hecho, al igual que una chimenea,
conseguimos mantenernos calientes.
El caso de las plantas es
distinto, porque hacen un proceso y también el contrario. Es decir, queman
biomoléculas para obtener energía (respiración) y a la vez utilizan energía de
la luz para construir biomoléculas (fotosíntesis).
Cuando un árbol está creciendo,
es obvio que predomina la construcción de biomoléculas sobre la destrucción de
las mismas. Pero cuando un árbol se hace viejo y deja de crecer, se produce un
equilibrio entre ambos procesos. Construye tantas biomoléculas como construye,
y consume tantos gases (CO2 y O2) como los que
genera.
La clave de la cuestión es que la
inmensa mayoría de los árboles de la selva amazónica son del segundo tipo. Son
árboles viejos, muy viejos. Por lo general no crecen, y si lo hacen es porque
alguna otra planta muere. El papel del bosque, por tanto, es pasivo: liberan la
misma cantidad de oxígeno que consumen. La Amazonia, por tanto, no oxigena el
mundo.
¿Significa eso que no habría
problema ninguno en acabar con ella? No, al contrario, es importante
mantenerla, por su gran valor en cuanto a la enorme biodiversidad que alberga,
y también por algo que no he explicado, y es que la selva funciona como un Almacén de Carbono.
En nuestro planeta, el carbono se
encuentra en muchos lugares. Está presente en las rocas carbonatadas (caliza,
marga…), en los hidrocarburos, en la atmósfera, en las biomoléculas de los
seres vivos…
La inmensa mayoría de carbono que
hay en la atmósfera está en forma de CO2.
Una manera de hacer que se transporte carbono a la atmósfera es liberando CO2, lo cual se hace respirando, o
bien quemando algún combustible (recordemos que la respiración y la combustión
vienen a ser lo mismo). Es bien conocido que el gran problema de la quema de
combustibles fósiles es que liberan una gran cantidad de CO2 a la atmósfera, lo cual
aumenta el Efecto Invernadero y por tanto acelera el Cambio Climático. Al
quemar petróleo, se transportan ingentes cantidades de carbono desde el
subsuelo hasta la atmósfera, y a una velocidad brutal en comparación con el
lento proceso que supone la formación y acumulación de los hidrocarburos (millones
de años).
El proceso que puede hacer que el
carbono que hay en la atmosfera pase a formar parte de las biomoléculas es la
fotosíntesis: las plantas extraen CO2 de
la atmósfera y utilizan el carbono para construir biomoléculas, y así poder
crecer. Cuando vemos un árbol, estamos viendo todo un proceso fotosintético
acumulado. La madera que vemos ha sido construida sacándole carbono a la
atmósfera. El árbol lo que ha hecho ha sido almacenar carbono durante décadas.
Si lo quemásemos, ese carbono acumulado sería liberado en forma de CO2 en
cuestión de minutos.
Aunque el Amazonas no sea un
pulmón, es importante protegerlo, porque es un valioso almacén de carbono, y
hay que evitar que ese carbono pase a la atmósfera y acreciente el problema del
Efecto Invernadero. Por otro lado, la Selva Amazónica contiene una gran
variedad de especies de todo tipo, y forma todo un ecosistema que no sólo las
beneficia a ellas, sino que es una parte inseparable de un ambiente global que
hace posible la vida en este planeta.
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