Recientemente me ha llegado por
varias vías un vídeo llamado “Adolescente desmonta el sistema educativo”, vídeo
que critica el sistema educativo actual de manera tan torpe que me hizo
sentirme obligado a escribir algo al respecto. Además ya estaba indignado por oír
siempre los mismos argumentos absurdos y cansinos que pretenden demoler las
bases de la educación tal y como la conocemos hoy en día.
Escribiré esta crítica de manera
que no sea necesario haber visto el vídeo, aunque aquí lo dejo.
El protagonista, un alumno de
instituto, empieza diciendo que los objetivos del sistema educativo, tales como
aprender, prepararse para la vida laboral, ser autosuficientes, etc. (esta
lista de objetivos es suya) son objetivos “de cara al futuro”. Y a él le
parece una contradicción que se usen métodos “de hace 200 años” para conseguir
objetivos a futuro.
Vamos a ver, antes que nada,
cualquier objetivo se plantea de cara al futuro, está en la propia definición
de la palabra “objetivo”. Decir lo que dice ese chico es no decir nada, y sólo le
sirve para meter de forma chusca su trampa argumental: decir que la educación actual es como hace
200 años.
Espero que algún día los papagayos
y gurús de la “nueva educación” dejen de repetir el mantra de que la educación
actual es idéntica a la de hace décadas o siglos. Esto es totalmente falso. ¿La
gente cree que en las escuelas los profesores damos a los alumnos con la regla
en los dedos? ¿Que los azotamos? ¿Qué hacemos que los chavales reciten la lección al unísono,
aprendiendo por repetición? ¿Qué hay que saberse la lista de los reyes godos?
Hace tiempo que eso no es así, la
educación está cambiando, los docentes están cambiando, cosa que el gobierno
promueve, al menos en España. Las nuevas metodologías y tecnologías están penetrando en nuestras aulas sin apenas obstáculos.
Pero algunos vendehúmos se
dedican a ridiculizar la educación pública como punto de partida para
criticarla y proponer desmenuzarla, como se mostró en el nefasto documental
propagandístico “La Educación Prohibida”. Algunos dicen que la educación es
como en el franquismo, otros que como hace 100 años, y este estudiante va más
allá y retrocede 200 años. A este paso acabarán llegando hasta la academia de
Platón.
Este estudiante dice también que el
alumnado debería aprender creatividad, liderazgo… Y que las matemáticas no valen
para nuestro futuro laboral.
No sé las notas que sacará este
chico, pero debería saber que las matemáticas son fundamentales para todo cuanto nos rodea:
vehículos, edificios, ordenadores, móviles… todo encierra conocimientos de matemáticas
que los ingenieros han sabido aplicar, y si tenemos lo que tenemos se lo
debemos a un sistema educativo que ha dado a las matemáticas la importancia que
merecen.
En cuanto a la creatividad, ya se
trabaja en la medida en que disponemos de técnicas pedagógicas para
desarrollarla. Estudiante, a ti me dirijo: ¿Cuál es tu propuesta pedagógica
para estimular la creatividad? Cuando la tengas, proponla, y añade evidencias de su eficacia. Toda crítica ha de
ir acompañada de alternativas para no ser pura charlatanería vacía.
Esto de la creatividad me recuerda
a lo que dicen muchos gurús educativos: “todos tenemos un artista dentro, y la
escuela lo mata”. Pura demagogia en la que no voy a entrar por no haber sido
explicitada por el estudiante en cuestión.
Pero sí entraré en que esta
apuesta por la creatividad no nace inocentemente del espíritu artístico de Ken Robinson o de César Bona,
nace de la filosofía del emprendimiento, al igual que la mencionada idea de fomentar
el liderazgo. Nace de la propia evolución del capitalismo.
El capitalismo gana en tres
aspectos (al menos) gracias a esta “filosofía del emprendimiento”, y por ello
la potencia:
1. Al hacer creer a la gente que cualquiera puede ser un gran empresario, esboza una supuesta permeabilidad entre clases, una posibilidad real de ascender socialmente hasta la cúspide si uno es sacrificado y perseverante, por muy malo que sea su punto de partida.
2. Convierte al trabajador en un ente
individualista y aislado con aspiraciones egoístas, y no con aspiraciones
colectivas como la lucha por sus derechos laborales, entre otros. A esto se lo
ha llamado “atomización de los trabajadores”.
3. Convierte al trabajador en una máquina de trabajar duro, presa de su creencia de que el éxito será suyo. Es el trabajador ideal para los empresarios. Siempre motivado.
3. Convierte al trabajador en una máquina de trabajar duro, presa de su creencia de que el éxito será suyo. Es el trabajador ideal para los empresarios. Siempre motivado.
Uno de los aspectos más
preocupantes de la charla de este alumno es que dice que retener la información
es inútil, dado que disponemos de la información gracias a que tenemos móviles
con Internet.
Esto equivale en la práctica a un
culto a la ignorancia. No hay que saber nada, todo está en Wikipedia. Este
desprecio por el conocimiento sí que es de hace 200 años, cuando las ideas
antiintelectuales tenían fuerza y eran un factor cultural en Europa.
También se trata de una falacia,
ya que hace 100 años los conocimientos también “estaban ahí”, sólo que en
enciclopedias y libros de texto. ¿Un mero cambio en el formato de
almacenamiento es excusa para despreciar el conocimiento?
Este desprecio por los contenidos
se vuelve fuerte conforme crece la política de la “educación por competencias”,
en la que no se busca un ciudadano con conocimientos y un intelecto
desarrollado, sino un ciudadano con las habilidades y competencias necesarias
para adaptarse a cualquier requerimiento laboral, habilidades necesarias para
el trabajador del futuro, flexible y adaptable ante un escenario de precariedad
laboral. Este estudiante no parece enterarse de que está haciéndole el juego a los
lobbies capitalistas que pretenden que la escuela pública se suba al alocado
tren del mercado de trabajo del futuro, definido por la inestabilidad y la incertidumbre.
De ahí viene también la promoción
de la “educación emocional”: el objetivo no es otro que crear trabajadores con
tolerancia al estrés, a la frustración, a la incertidumbre laboral… Y
trabajadores motivados, siempre motivados.
Luego el chico también añade
cosas que deberían aprender en la escuela: cocinar, tener sexo, sacar un
billete de tren… Quién iba a decir que se alcanzaría el ridículo de “El Sentido
de La Vida”, película de Monty Phyton en la que un profesor lleva a su mujer al
aula y enseña a sus alumnos a hacer el amor.
Más adelante dice que los alumnos
no aprenden nada, que sólo estudian. ¿Acaso ambas cosas son excluyentes? Al
contrario. Un alumno va a estar aprendiendo constantemente cosas nuevas durante
las clases, de manera continua. Es evidente que en algún momento habrá que
averiguar si el alumno ha aprendido, y para eso se le hace un examen. El
estudio no es más que la interiorización comprensiva del aprendizaje adquirido
en clase, y no es malo en sí, al contrario: adquirir un hábito de estudio
refuerza la concentración, la autodisciplina, la responsabilidad individual y
la autosuficiencia, entre otras capacidades. Por no hablar de los contenidos
que el alumno aprende, además ordenados racionalmente por el profesor (orden
que no da Internet, donde el conocimiento se ofrece de manera fragmentaria).
Otro conocido mantra que el estudiante nos
ofrece (este estudiante no aporta nada original, sólo mete a bulto ideas
pescadas por YouTube) es que las notas están para clasificar a los estudiantes en
estudiantes buenos y estudiantes malos. Otra chorrada demagógica para la que
aún estoy esperando alternativa. Que alguien me diga cómo medir el grado de
aprendizaje de un alumno sin notas numéricas.
Al hilo de esto, el estudiante
dice también que a los alumnos se les enseña a competir entre ellos por ver
quién saca mejores notas. Esto es rotundamente falso, a los alumnos se los
motiva para que aprendan, se los anima a que se esfuercen y a que se superen a
ellos mismos, no se les dice que estudien para “ganar” a ningún compañero. Este
es otro ejemplo más de cómo la única manera de criticar a la educación pública
es creando una imagen distorsionada de la misma.
Hay muchas más cosas criticables
del discurso de este estudiante, pero no dejan de ser los mensajes machacones
de siempre en torno a lo mismo, y este texto es ya bastante largo. Esperemos
que sea cierto eso de que la verdad siempre se abre camino. Por el bien de la
escuela pública, cimiento vital de la civilización moderna, y sin la cual la veríamos desmoronarse.
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