No somos pocos los votantes y exvotantes descontentos con la
izquierda alternativa española y el papel que ha estado jugando durante los
últimos años. Es algo cuantificable viendo la sangría de votos que han venido
sufriendo Podemos y Sumar, así como Unidas Podemos en su época. La sangría
también ha sido en militantes, aunque ciertas cúpulas quieran mantener guardado
el secreto del número de bajas. Y, antes de seguir y por si no resultase obvio,
debo aclarar que no incluyo al PSOE en la llamada izquierda alternativa
española.
No voy a hacer un análisis científico y pormenorizado de las
causas del hundimiento del llamado “espacio a la izquierda del PSOE”, sino
explicar brevemente los que yo creo que han sido los grandes errores de esa
izquierda, que yo agrupo y resumo en dos. Puedo opinar, pero no leer la mente
de todos aquellos que tomaron la decisión de dejar de votar a estos partidos. Y,
como exmilitante del PCE y de IU, mi mirada tiene su alcance pero también su
sesgo.
El primer error que quiero destacar es el de la
desnaturalización de la izquierda. La izquierda ha mutado, ha dejado de ser lo
que era a nivel fundamental, en algo tan básico como defender los intereses de
los trabajadores. Ciertos intelectuales supuestamente de izquierdas, de una
línea ideológica que brota en Francia y que fructifica en Estados Unidos,
decidieron que la revolución proletaria era imposible y que había que centrarse
en cambios más “realizables”, como transformaciones a nivel cultural, de
ideología de masas. Así surge el feminismo hoy en día hegemónico, el feminismo
posmoderno de tercera ola. Feminismo que fue abrazado acríticamente por la
izquierda a pesar de sus defectos, o más bien de sus excesos. Hubo un fenómeno
que supongo que algún día se estudiará en las facultades de sociología o de
antropología, y no fue otro que el de haber montado una carrera para ver quién
era más feminista, con posicionamientos, teorías y eslóganes cada vez más
sectarios. Si no seguías esta deriva fanática, eras un fascista. El PCE, IU,
Podemos… Fueron parte de esa carrera demencial y la alimentaron. Y hemos
acabado con una pelea gritona entre el sector/secta queer y el feminismo
radical.
Los trabajadores fueron siempre la base social de la
izquierda, y ahora la izquierda decidió que era buena idea dejar de lado
cuestiones económicas, sociales y laborales para centrarse en señalar a los
hombres como opresores salvajes con instinto violador, en decir que todo lo
masculino es perverso y ha de ser destruido, poner cupos en todas las áreas de
la vida, forzar el lenguaje inclusivo o querer instaurar sandeces como que el
sexo es algo autoasignado en base a emociones. Por no hablar del atentado
contra el derecho y la igualdad que supone la Ley Integral de Violencia de
Género, defendida en base al bulo de que las denuncias falsas no existen.
Es decir, al obrero se le mandan mensajes en los que se le
ataca o que consisten en chorradas posmodernas que no afectan a su día a día. ¿Dónde está
la izquierda de la lucha obrera y popular? ¿La izquierda que señala a los
verdaderos opresores, los capitalistas? Pues, como digo, se ha desnaturalizado,
ha dejado de ser izquierda como tal. Como el PSOE, pero por una senda mucho más
tramposa y maquillada.
El segundo error de esta izquierda ha sido, a mi juicio, su
extrema timidez a la hora de implementar políticas transformadoras. No han
hecho cambios relevantes, han sido muy blandos y no han conseguido hacer que el
PSOE haga políticas más de izquierdas de lo “normal”.
Hay que recordar que el objetivo de IU y Podemos a la hora de
pactar con el PSOE era presionarle para que hiciera políticas más radicales y
así “marcar la diferencia”. De ese modo conseguirían ganar el favor de los
votantes de izquierdas, tener más apoyo electoral y, por consiguiente, tener cada
vez mayor influencia en el gobierno hasta tomarlo en sus manos y cambiar
radicalmente el país (poniéndolo rumbo al socialismo en el caso del programa de
IU).
Aunque es cierto que el pacto de gobierno firmado con el PSOE
iba (al menos en parte) en esa dirección, en la práctica ha sido un fracaso
monumental. Se han pasado los acuerdos por el arco del triunfo. No derogaron la
reforma laboral de 2012, no regularon el mercado del alquiler,
vendieron al pueblo saharaui, no derogaron la Ley Mordaza… ¿Qué han conseguido?
¿Hacer una reforma laboral aplaudida por la CEOE y por liberales de referencia
como Juan Ramón Rallo? ¿Apoyar el envío de armamento a Ucrania, que tiene
ilegalizados a los partidos de izquierdas?
Lo único de cierto “calado” que han conseguido ha sido aprobar la Ley Trans, una basura inmunda que disuelve el concepto de mujer, un ataque contra la ciencia y contra la infancia y que encima ha abierto una profunda brecha en el seno del movimiento feminista. Este es el legado, en los hechos, de Unidas Podemos y de su entorno. No amenazaron al PSOE con romper el gobierno para que se derogase la reforma laboral o la Ley Mordaza. Pero amenazaron para que saliese esta infame Ley Trans. Les preocupa más la agenda queer que los derechos laborales, anteponen su ideología posmoderna a sus supuestas ideas revolucionarias.
Unidas Podemos, y después Sumar, han sido un partido muleta,
los tontos útiles del PSOE. Tanto criticar siempre al PSOE como una falsa
izquierda, una izquierda traidora, para luego salvarles el culo en las
elecciones y regalarles el gobierno a cambio de nada salvo una ley absurda
desde el punto de vista del pensamiento racional.
Ellos se han convertido en la izquierda traidora que juraron destruir. Y algo así debe ser castigado de manera severa, y que les sirva de lección. En la URSS fue común obligar a los acusados de traición a hacer autocrítica, a reconocer y enumerar sus errores. Hacerlo era su salvación. En la España actual las cosas no son muy distintas: los partidos de la izquierda alternativa, como traidores a la causa de la clase trabajadora, deben hacer una profunda autocrítica, de lo contrario desaparecerán. Pero no por ser purgados como en la URSS, sino por ser abandonados por esa misma clase trabajadora.