El culto de la
personalidad de los dirigentes es un fenómeno negativo en la práctica de un
partido. Aunque con alcance diferente, no deja de ser negativo cuando se
refiere a dirigentes muertos. [….]
Inclusive en relación
con las más notables figuras de la historia revolucionaria, no se deben
alimentar ideas de infalibilidad.
Rendir homenaje a los
muertos. Valorizar su papel. Aprender con sus enseñanzas y su ejemplo. Pero no
lisonjear y no endiosar.
Lenin fue el más
extraordinario revolucionario en la historia de la humanidad. Su nombre es
inseparable y quedará eternamente ligado a la primera gran revolución que
liberó a los trabajadores de la explotación capitalista y condujo a la
construcción de una sociedad sin clases antagónicas. Sus escritos contienen
enseñanzas de valor impar para todas las fuerzas revolucionarias. La doctrina
del proletariado revolucionario se llama justamente marxismo-leninismo, uniendo
así los nombres de los dos mayores teóricos y revolucionarios de la historia de
la humanidad.
Pero ser leninista no
consiste en endiosar a Lenin, en utilizar cada frase de Lenin como verdad
universal, eterna e intocable, en sustituir
el análisis por la cita, en responder a los acontecimientos mediante
afirmaciones de Lenin, aun cuando se trata de fenómenos que Lenin no conoció en
su época; en sofocar, con la transcripción de textos y con la presencia
dominadora del hombre y la efigie y de la autoridad de ese nombre y de esa
efigie, la investigación, el análisis y el espíritu creativo en el estudio e
interpretación de los nuevos fenómenos.
Hay que combatir
tendencias que surjan para el culto de la personalidad en el presente. Una de
las formas de combatirlo es no practicar el culto de la personalidad en
relación a figuras pasadas. […]
Un maestro es verdaderamente un maestro, si los discípulos no hacen del
maestro un dios.
Con Dios no se
discute, Dios ordena, a Dios se le obedece. Dios es el dogma; el maestro es la
verdad dialéctica. Dios es la afirmación absoluta de una verdad eterna. El maestro es la enseñanza de la verdad de la
vida, en su evolución, en sus cambios, en su constante desarrollo, en su
relatividad.
Es necesario aprender
con Lenin y con sus enseñanzas de validez universal. Una primera condición para
ser leninista es ver en Lenin un maestro y no un dios.
Este texto es un fragmento de la obra de Álvaro Cunhal "Un partido con paredes de cristal". En este libro habla de cómo debería funcionar un partido comunista, señalando errores comunes y ejemplos históricos, intentando que se visualice el paradigma de partido democrático. Este fragmento es una clara crítica a aquellos que pretenden ser "más leninistas que Lenin".
Sé que es irónico que destaque lo de "sustituir el análisis por la cita", pero es uno de los vicios que más he conocido como militante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario