cabecero4

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miércoles, 29 de agosto de 2012

Falacias apreciadas en “El Gran debate”, con Sánchez Gordillo y Cañamero (11-08-12)


En esta entrada y en alguna posterior comentaré aquellas intervenciones del programa en las que se han utilizado falacias, pues considero importante que haya una crítica constructiva frente a argumentos que, aun pareciendo válidos, son un peligroso engaño.

Lo primero que he visto en este sentido es el ataque a Gaspar Llamazares durante su muestra de apoyo a José Manuel Sánchez Gordillo. Aprovecharon el programa para meterse con su sueldo (6000€ al mes) y sus ahorros (300.000€). Mariano Calleja, del periódico “ABC”, dijo que había un problema de coherencia en el discurso político, con esas palabras.
Tanto la abogada Montse Suárez como él comentaban que era contradictorio que el diputado de IU tuviera un sueldo tan alto y que defendiera la lucha contra la pobreza. Evidentemente, el dinero que gane Llamazares no era el tema del debate. Fue una especie de maniobra de distracción, y he ahí la esencia de la falacia.
Es una falacia ad hominem (ya comentada en una entrada anterior). En esta falacia, en vez de atacar el argumento del interlocutor se ataca al interlocutor mismo.
En este caso, al no tener argumento alguno contra el argumento de Llamazares de que hay que luchar contra la pobreza, lo que hacen es atacar al propio Llamazares, consiguiendo la distracción de la que hablé.

Por medio de este engaño, parece que una idea, una propuesta, está bien o no según quién la diga, lo cual es falso. Si un pobre dice que hay que luchar contra la pobreza, tiene razón, y habrá que luchar contra la pobreza. Si lo dice un rico, no tiene razón, y la lucha contra la pobreza pasa a ser una idea no válida. ¿Qué lógica es esta?

Supongo que la gente que utiliza este absurdo argumento ve más razonable la posición de los ricos que son de derechas. Algo así como: “Ellos son más razonables, porque son ricos y no están a favor de un equitativo reparto de la riqueza. Son coherentes. No me molesta que sean ricos.” Esto es muy triste.

Supongo que en el seno del PP, como alguien sugiera luchar contra la pobreza, le bajarán el sueldo, ¿no? ¿no sería lo coherente? Parece que esta falacia sea la perfecta protectora de las desigualdades sociales. No habrá muchos que propongan luchar contra la pobreza, supuestamente se tendrían que joder y bajarse el sueldo.

De todos modos, el uso de esta falacia es algo natural en este caso, porque a un periodista del ABC no creo que nunca se le ocurra dar la razón a Llamazares, y debe de ser difícil encontrar argumentos buenos para replicar a alguien que denuncia el hambre.

sábado, 25 de agosto de 2012

El sentido de la vida


En esta entrada explicaré el modo en que resuelvo el conocido interrogante. ¿Cuál es el sentido de la vida? Empecemos cambiando de pregunta. ¿Qué significa “el sentido de la vida”? El sentido de algo es su razón de ser, su objetivo, su fin. El sentido de un destornillador es sacar tornillos. Ése es su destino, esa es su función, su “sentido de la vida”.

El problema que tenemos es que el ser humano no ha sido construido con un objetivo concreto tan vistoso como sucede con el destornillador. Es más complejo. Y hablo del ser humano porque el sentido de la vida es algo que siempre se ha entendido como el sentido de la vida humana. Como humanos nos preocupamos de lo nuestro.

Analicemos nuestro funcionamiento, contemplémonos como máquinas. Es lo necesario si queremos saber cuál es el sentido de nuestra existencia. ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestro fin último?

Podemos empezar por cualquier parte de nuestro cuerpo. La boca. Sirve para comer. Comiendo mantenemos nuestro cuerpo íntegro. Para ello necesitamos además nuestros músculos y huesos. Nuestro cerebro y nuestros sentidos. Piernas para movernos y encontrar alimento, ojos para localizarlo, brazos para manipularlo. Nuestro cuerpo nos sirve para conseguir alimento, el alimento nos sirve para mantener ese cuerpo, que a su vez nos sirve para alimentarnos.

Nos hemos topado con una falacia circular. Un bucle sin solución. Esto no nos conduce a la verdad sobre el sentido de la vida, no es satisfactorio, hay que seguir otro camino.

Volvamos a las piernas y a nuestros órganos de los sentidos. No sólo sirven para encontrar alimento, sirven también para encontrar a otros seres humanos con los que relacionarnos. Y follar. Y crear así nuevos seres humanos, que también tienen órganos genitales que sirven para poder generar otros seres humanos.

Nos hemos vuelto a topar con una falacia circular. Los seres humanos sirven para crear otros seres humanos, que sirven para crear más humanos. Y luego, ¿para qué? Otra vez dando vueltas en círculos.

Bien, volvamos ahora a la boca. Tiene a continuación todo un tubo digestivo, que sirve para absorber los nutrientes que contiene el alimento. Lo que no se aprovecha es expulsado finalmente por el ano. La mierda. Se genera mierda.

En este tercer intento no hemos caído en la falacia circular. La mierda, a los humanos, no nos sirve para nada. Qué extraño: no nos conduce a ningún bucle como los anteriormente descritos, bucles que hacen que parezca que la vida no tiene sentido. La mierda es un verso suelto. Y por eso en ella reside la respuesta.

Volvamos al destornillador. Una máquina que desatornilla. El ser humano. Una máquina que caga. Si encerrásemos a un ser humano en una habitación cerrada en la que le damos lo suficiente para que sobreviva, veríamos que, con el paso de los días, la habitación se va llenando de mierda. Somos fábricas de mierda. Pero nosotros vivimos con retretes. Cagamos, tiramos de la cadena y la mierda desaparece. La olvidamos, normalmente no pensamos después en ella. Y por culpa de esto no nos damos cuenta del auténtico sentido de nuestra existencia.

La mierda es lo que generamos, aquello para lo que funcionamos. Nuestra razón de ser. La mierda es nuestro producto. Nuestra firma en la tierra, nuestro legado. Nuestro sentido de la vida.

Curiosamente, nuestro desarrollo embrionario temprano parece decir mucho sobre la razón de nuestra existencia. En la fase en que el embrión es tan sólo una esfera hueca formada por una única capa de células (fase de blástula), lo primero que se forma a continuación es un poro. Este primer poro es lo que posteriormente dará lugar al ano.

Que el ano sea la primera estructura en aparecer no significa necesariamente que sea la más importante, pero este aspecto es otro de los muchos que fortalecen mi teoría sobre la vida humana, que es que el sentido de la vida no es ni más ni menos que cagar.

Seguramente, los primeros que rechazarían mi teoría sobre la vida serían los religiosos, pues ellos tienen sus propias explicaciones a este tipo de cuestiones metafísicas. Pero han de tener en cuenta un detalle, expuesto a continuación:

Cuando una persona se queja, cuando necesita desahogarse momentáneamente, cuando desespera, cuando le parece que su vida pierde el sentido… en ocasiones clama a Dios, y grita su nombre: “¡Dios!”. Otras veces clama a la mierda, que es precisamente la alternativa no-teísta que ofrece mi teoría de mierda. Grita entonces: “¡Mierda!”. Cuando una persona combina ambos entes en su evocación, enfrentándolos, lo que exclama es: “¡Me cago en Dios!”.

Y así vence la mierda, vence al caer sobre Dios, vence en boca de todos aquellos que diariamente se cagan en Dios, en una explosión de rabia e insatisfacción. Tienen la respuesta última en la misma frase que les sale del corazón, pero no la ven, a pesar de tenerla en sus propias bocas.

Otra analogía con la religión: las diferentes religiones prohíben la ingesta de ciertos alimentos, según la época del año en algunos casos. De la misma manera, según cómo sea tu mierda, deberás o no comer una u otra cosa. Si eres judío, no comas cerdo. Si tienes diarrea, no comas ciruelas.

Para finalizar, una última observación: anteriormente habíamos hablado de comer, de caminar, de reproducirnos. Podemos aguantar días sin comer, podemos evitar caminar, podemos aguantar meses sin intentar reproducirnos. Pero no podemos evitar cagar. No está sometido a nuestra voluntad. Es algo implacable.

De hecho, si por algún problema intestinal nos es difícil cagar, sentimos dolor, incluso podemos sentirnos morir. Esto es porque estamos fallando como generadores de mierda, somos defectuosos en nuestra función, en nuestra misma razón de ser, nuestro destino.

Si a alguien le parece poco satisfactoria mi respuesta, puede que sea necesario que cambie el enfoque finalista que yo uso por otro diferente.


Dedicado a Rafael Góngora.