cabecero4

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viernes, 3 de agosto de 2018

Algunas consecuencias de la reproductibilidad del arte


Un aspecto esencial a la hora de explicar la evolución de la relación entre obra de arte y observador es la capacidad técnica de reproducir las obras de arte.

Las primeras obras de arte que el ser humano empezó a reproducir de manera masiva eran las monedas, si es que se las puede considerar arte.

Siglos después se inventó la imprenta, lo cual permitió la reproductibilidad de la escritura, que de hecho fue masiva. La litografía permitió lo mismo con las imágenes, con lo que las artes gráficas ganaron mucha difusión.

La fotografía, cuando surgió, no sólo permitió reproducir imágenes, sino que fundó un nuevo método de hacer arte. Lo mismo que sucedió con el cine: la técnica cinematográfica dio a luz al cine como arte.

Aun en la reproducción más fiel de una obra de arte hay algo que falta, y es el aquí y ahora de la obra, su existencia única en el lugar en el que se encuentra, su presente como resultado de su historia pasada. Y es el aquí y el ahora de la obra lo que le confiere su autenticidad. Y la autenticidad no es copiable mediante las técnicas de reproducción. Aunque la fotografía, por ejemplo, puede destacar aspectos del original inapreciables para el ojo humano.

La autenticidad de una obra de arte es el rasgo exclusivo de la obra original, la cual ha sido “testigo” de los diversos contextos históricos en los que ha perdurado, y de las diferentes valoraciones a las que ha sido sometida desde que fue creada hasta la actualidad.

Walter Benjamin llamó “Aura” a aquello que las reproducciones del arte son incapaces de reproducir, algo que emerge sólo de la obra original. Para él, las copias de una obra de arte desvinculan ésta de su tradición. La copia consigue la existencia masiva donde antes estaba la experiencia irrepetible, ésta si envuelta en la tradición.

Los cambios que se están produciendo actualmente en el modo en el que se percibe el arte tiene que ver con el deterioro del aura. Actualmente domina un “acercarse las cosas”, en vez de ir uno a contemplar la obra de arte original.

Las obras de arte más antiguas surgieron para servir a rituales mágicos, y posteriormente religiosos. Y el destinatario eran los espíritus, de hecho hay templos donde las imágenes de culto son sólo accesibles para sacerdotes. El valor único de las obras de arte auténticas se fundamenta en el ritual para el que fue fabricado. El ritual puede ser de un carácter secular.

En el caso de la fotografía, el valor expositivo desplaza claramente al valor de culto. Aun así el culto mantiene un pequeño territorio en el seno de la fotografía, y es el rostro humano. El culto al recuerdo de seres queridos.

La reproductibilidad técnica consigue por primera vez en la historia que la obra de arte se libere de la dependencia del ritual. Y surge a la vez una función nueva para el arte: la política.


- La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica (Walter Benjamin)