cabecero4

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domingo, 10 de marzo de 2019

RESPUESTA AL ESTUDIANTE QUE SUPUESTAMENTE "DESMONTA" EL SISTEMA EDUCATIVO


Recientemente me ha llegado por varias vías un vídeo llamado “Adolescente desmonta el sistema educativo”, vídeo que critica el sistema educativo actual de manera tan torpe que me hizo sentirme obligado a escribir algo al respecto. Además ya estaba indignado por oír siempre los mismos argumentos absurdos y cansinos que pretenden demoler las bases de la educación tal y como la conocemos hoy en día.

Escribiré esta crítica de manera que no sea necesario haber visto el vídeo, aunque aquí lo dejo.

El protagonista, un alumno de instituto, empieza diciendo que los objetivos del sistema educativo, tales como aprender, prepararse para la vida laboral, ser autosuficientes, etc. (esta lista de objetivos es suya) son objetivos “de cara al futuro”. Y a él le parece una contradicción que se usen métodos “de hace 200 años” para conseguir objetivos a futuro.

Vamos a ver, antes que nada, cualquier objetivo se plantea de cara al futuro, está en la propia definición de la palabra “objetivo”. Decir lo que dice ese chico es no decir nada, y sólo le sirve para meter de forma chusca su trampa argumental: decir que la educación actual es como hace 200 años.

Espero que algún día los papagayos y gurús de la “nueva educación” dejen de repetir el mantra de que la educación actual es idéntica a la de hace décadas o siglos. Esto es totalmente falso. ¿La gente cree que en las escuelas los profesores damos a los alumnos con la regla en los dedos? ¿Que los azotamos? ¿Qué hacemos que los chavales reciten la lección al unísono, aprendiendo por repetición? ¿Qué hay que saberse la lista de los reyes godos?

Hace tiempo que eso no es así, la educación está cambiando, los docentes están cambiando, cosa que el gobierno promueve, al menos en España. Las nuevas metodologías y tecnologías están penetrando en nuestras aulas sin apenas obstáculos.

Pero algunos vendehúmos se dedican a ridiculizar la educación pública como punto de partida para criticarla y proponer desmenuzarla, como se mostró en el nefasto documental propagandístico “La Educación Prohibida”. Algunos dicen que la educación es como en el franquismo, otros que como hace 100 años, y este estudiante va más allá y retrocede 200 años. A este paso acabarán llegando hasta la academia de Platón.


Este estudiante dice también que el alumnado debería aprender creatividad, liderazgo… Y que las matemáticas no valen para nuestro futuro laboral.

No sé las notas que sacará este chico, pero debería saber que las matemáticas son fundamentales para todo cuanto nos rodea: vehículos, edificios, ordenadores, móviles… todo encierra conocimientos de matemáticas que los ingenieros han sabido aplicar, y si tenemos lo que tenemos se lo debemos a un sistema educativo que ha dado a las matemáticas la importancia que merecen.

En cuanto a la creatividad, ya se trabaja en la medida en que disponemos de técnicas pedagógicas para desarrollarla. Estudiante, a ti me dirijo: ¿Cuál es tu propuesta pedagógica para estimular la creatividad? Cuando la tengas, proponla, y añade evidencias de su eficacia. Toda crítica ha de ir acompañada de alternativas para no ser pura charlatanería vacía. 

Esto de la creatividad me recuerda a lo que dicen muchos gurús educativos: “todos tenemos un artista dentro, y la escuela lo mata”. Pura demagogia en la que no voy a entrar por no haber sido explicitada por el estudiante en cuestión.

Pero sí entraré en que esta apuesta por la creatividad no nace inocentemente del espíritu artístico de Ken Robinson o de César Bona, nace de la filosofía del emprendimiento, al igual que la mencionada idea de fomentar el liderazgo. Nace de la propia evolución del capitalismo.

El capitalismo gana en tres aspectos (al menos) gracias a esta “filosofía del emprendimiento”, y por ello la potencia:

1. Al hacer creer a la gente que cualquiera puede ser un gran empresario, esboza una supuesta permeabilidad entre clases, una posibilidad real de ascender socialmente hasta la cúspide si uno es sacrificado y perseverante, por muy malo que sea su punto de partida.

2. Convierte al trabajador en un ente individualista y aislado con aspiraciones egoístas, y no con aspiraciones colectivas como la lucha por sus derechos laborales, entre otros. A esto se lo ha llamado “atomización de los trabajadores”.

3. Convierte al trabajador en una máquina de trabajar duro, presa de su creencia de que el éxito será suyo. Es el trabajador ideal para los empresarios. Siempre motivado.


Uno de los aspectos más preocupantes de la charla de este alumno es que dice que retener la información es inútil, dado que disponemos de la información gracias a que tenemos móviles con Internet.

Esto equivale en la práctica a un culto a la ignorancia. No hay que saber nada, todo está en Wikipedia. Este desprecio por el conocimiento sí que es de hace 200 años, cuando las ideas antiintelectuales tenían fuerza y eran un factor cultural en Europa.

También se trata de una falacia, ya que hace 100 años los conocimientos también “estaban ahí”, sólo que en enciclopedias y libros de texto. ¿Un mero cambio en el formato de almacenamiento es excusa para despreciar el conocimiento?

Este desprecio por los contenidos se vuelve fuerte conforme crece la política de la “educación por competencias”, en la que no se busca un ciudadano con conocimientos y un intelecto desarrollado, sino un ciudadano con las habilidades y competencias necesarias para adaptarse a cualquier requerimiento laboral, habilidades necesarias para el trabajador del futuro, flexible y adaptable ante un escenario de precariedad laboral. Este estudiante no parece enterarse de que está haciéndole el juego a los lobbies capitalistas que pretenden que la escuela pública se suba al alocado tren del mercado de trabajo del futuro, definido por la inestabilidad y la incertidumbre.

De ahí viene también la promoción de la “educación emocional”: el objetivo no es otro que crear trabajadores con tolerancia al estrés, a la frustración, a la incertidumbre laboral… Y trabajadores motivados, siempre motivados.


Luego el chico también añade cosas que deberían aprender en la escuela: cocinar, tener sexo, sacar un billete de tren… Quién iba a decir que se alcanzaría el ridículo de “El Sentido de La Vida”, película de Monty Phyton en la que un profesor lleva a su mujer al aula y enseña a sus alumnos a hacer el amor.


Más adelante dice que los alumnos no aprenden nada, que sólo estudian. ¿Acaso ambas cosas son excluyentes? Al contrario. Un alumno va a estar aprendiendo constantemente cosas nuevas durante las clases, de manera continua. Es evidente que en algún momento habrá que averiguar si el alumno ha aprendido, y para eso se le hace un examen. El estudio no es más que la interiorización comprensiva del aprendizaje adquirido en clase, y no es malo en sí, al contrario: adquirir un hábito de estudio refuerza la concentración, la autodisciplina, la responsabilidad individual y la autosuficiencia, entre otras capacidades. Por no hablar de los contenidos que el alumno aprende, además ordenados racionalmente por el profesor (orden que no da Internet, donde el conocimiento se ofrece de manera fragmentaria).

Otro conocido mantra que el estudiante nos ofrece (este estudiante no aporta nada original, sólo mete a bulto ideas pescadas por YouTube) es que las notas están para clasificar a los estudiantes en estudiantes buenos y estudiantes malos. Otra chorrada demagógica para la que aún estoy esperando alternativa. Que alguien me diga cómo medir el grado de aprendizaje de un alumno sin notas numéricas.

Al hilo de esto, el estudiante dice también que a los alumnos se les enseña a competir entre ellos por ver quién saca mejores notas. Esto es rotundamente falso, a los alumnos se los motiva para que aprendan, se los anima a que se esfuercen y a que se superen a ellos mismos, no se les dice que estudien para “ganar” a ningún compañero. Este es otro ejemplo más de cómo la única manera de criticar a la educación pública es creando una imagen distorsionada de la misma.

Hay muchas más cosas criticables del discurso de este estudiante, pero no dejan de ser los mensajes machacones de siempre en torno a lo mismo, y este texto es ya bastante largo. Esperemos que sea cierto eso de que la verdad siempre se abre camino. Por el bien de la escuela pública, cimiento vital de la civilización moderna, y sin la cual la veríamos desmoronarse.