cabecero4

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sábado, 21 de diciembre de 2013

Sobre el vídeo “La filosofía de la libertad”



Hablaré de un vídeo de Ken Schoolland que habla de las bases filosóficas del liberalismo, utilizando unos monigotes que establecen diferentes relaciones entre sí. Unas son relaciones deseables, otras no. El vídeo es una herramienta propagandística bastante potente, es sencillo y hace que todo resulte bastante evidente. Incluso la música parece querer despertar algo dentro de nosotros. Esto hace del vídeo un objeto interesante para analizarlo:


Lo primero que salta la vista del vídeo es lo rápido que habla de la propiedad. “La libertad es la propiedad de uno mismo”. La propiedad, a partir de entonces, se simboliza con un símbolo que estará siempre en el interior de los monigotes, al igual que la vida y la libertad. Sin que uno se de casi cuenta, pone estos tres atributos al mismo nivel. La propiedad es así presentada como algo interior, sagrado, puro. Mis bienes materiales son mi propiedad, y son tan puros y valiosos como mi libertad y mi vida...

Presenta la libertad y la propiedad como dualidad fundamental, sin tener en cuenta las contradicciones que hay entre ambos conceptos. La propiedad, por definición, implica una privación de libertad. Poseer algo no es sino tener derechos de exclusión sobre ese algo. Esto quiere decir que se excluye a otros de manera legítima. ¿Qué es tener una finca? Muy sencillo, es tener muros que excluyen a otros. Un territorio con propiedad es un territorio con muros, con ausencia de libertad. Así de sencillo. La contradicción entre propiedad se ve claramente en el debate de las descargas ilegales, por ejemplo.

Se define también la propiedad como “la parte de la naturaleza que tú conviertes en algo de valor”. Esto recuerda a Marx, de hecho es uno de los puntos de partida con los que arranca su teoría del valor, en la que se analiza cómo el trabajador genera valor transformando productos naturales en productos útiles. Por desgracia, en esta sociedad se realiza un robo automático de esa propiedad, ya que los propietarios de las tierras, fábricas… venden sus productos por una cuantía mayor de la que emplean en pagar a sus empleados. Si no lo hiciesen no obtendrían beneficios.

De todos modos los liberales suelen negar la existencia de ese robo. Suelen hablar de robo cuando el estado cobra impuestos. A los ricos suele indignarles mucho pagarlos, a pesar de que son necesarios para garantizar que los demás podamos ir a la escuela o al médico.

Otro aspecto que muestra el vídeo es una simetría entre el intercambio de bienes. Todo parece muy bonito, dos personas intercambian algo y ambas se ven igualmente beneficiadas. Pero esa simetría sólo existe en el mundo de los monigotes. Cuando uno firma un contrato, no negocia con el empresario. Si te pones a exigir, te mandará a la mierda y contratará a algún otro parado, hay muchos. Por eso es una gran idea contratar chavales en el tercer mundo. Si no aceptan cobrar 1 $ al día, mueren de inanición. Pero eh, ellos deciden libremente, si no quieren trabajar se les deja. No es esclavitud, que nadie se confunda.

Con este absurdo, hay hipócritas que dicen cosas como que todo el mundo escoge libremente su trabajo, y que si alguien cobra 400 € trabajando de autónomo para Telefónica, asumiendo riesgos, es porque quiere. Y si alguien se juega la vida cruzando el Sáhara a pie y luego el estrecho en patera, también es porque quiere, no es el hambre la que obliga.

Otro absurdo al que acude el vídeo es a que gente buena da poder a gente malvada, y que eso no debe ser. Atribuir los problemas del mundo a “gente malvada” es infantil incluso para el formato del vídeo. Pero lo mejor es la solución: que la gente “deje de solicitar a los gobiernos el uso de la fuerza en su nombre”.

Supongo que la solución consiste en no votar a nadie. Como si así el poder desapareciese… ( aquí se explica el poder de la abstención). Las guerras con las que se pretende acabar seguirán existiendo. Seguirá habiendo empresas que quieran vender armamento o drogas, empresas que querrán frenar con policías a los que salen a la calle a exigir subidas… Las empresas necesitan del estado, no dejarán que desaparezca.

No hacer nada nunca será una solución. Se rechaza el uso de la fuerza, sólo se justifica en caso de defensa propia. Lo que ocurre es que la fuerza ya se utilizó para acaparar tierras, para formar gobiernos y para amasar riquezas a costa del trabajo de los demás. Lo que plantea el vídeo sería un comportamiento correcto si estuviésemos en un mundo rosa donde reine la armonía. No podremos conseguir un mundo perfecto comportándonos como si ya viviéramos en él. Para cambiarlo hace falta denunciar las injusticias, y luchar por ellas oponiéndose al poder actual, y eso es imposible si persiste esa negativa puramente estética a la necesidad de adquirir poder. Si hacemos ascos a la posesión del poder, los que ahora se están enriqueciendo lo seguirán haciendo tan alegremente.

Incuso aunque se crease ese mundo sin estado, surgirían enseguida conflictos, grupos armados, y se acabarían formando pactos cristalizados en forma de instituciones, que, aunque no serían estados-nación como los actuales, serían orden, serían autoridad y serían estado.

martes, 17 de diciembre de 2013

La abstención: causa, y a la vez solución de todos los problemas de la vida.



Hace poco que Michelle Bachelet ganó las elecciones presidenciales en Chile. Lo hizo con el 62% de los votos. La coalición electoral que lidera, Nueva Mayoría, aglutina al Partido Socialista, al Comunista y al Democristiano, entre otras fuerzas de izquierdas.

La otra cara de la victoria nos muestra que la abstención ha sido del 59%, sumamente alta. Esto en España nunca ha pasado, pero la abstención en las últimas elecciones generales no era tan alta desde el 2000. Un 31% de los votantes se abstuvo.

¿Por qué hay tanta gente que no vota?

Hay gente que simplemente pasa de la política, o bien no la entiende mucho y prefiere dejar las votaciones para la gente que entienda. Los analfabetos políticos no son pocos. Lo más habitual entre la gente es afirmar que todos los políticos son iguales. No importa lo que les expliques, su rebuzno de contestación será siempre el mismo: ¡Todos son iguales! Como decía Bertolt Brecht: “El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.”

No preocuparse por la política, por muy mal que pueda sonar, es no preocuparse de los problemas colectivos. No es una cuestión de preocuparse altruistamente de los demás, consiste en preocuparse de cosas que le afectan a uno mismo, en muchísimos niveles: derechos, jornada de trabajo, salarios, servicios públicos… Si pasas de la política, la política va a pasar de ti. Que luego nadie se extrañe.

Hay otros que, por el contrario, sí se preocupan mucho de sí mismos, pero de un modo infantil, a la par que ridículo: dicen que no votan para que “no les engañen”. No quieren votar a alguien y que luego gane y les decepcione. No quieren sentirse estafados. Ellos prefieren estar en la absurda comodidad del “a mí ya no me engañan”. Están más preocupados de su falso orgullo que del futuro de su gente.

Luego hay un grupo de gente de un perfil más o menos anarquista, que piensa que votar es “legitimar el sistema”. Hay quien piensa que si la abstención es muy alta, los políticos se empezarán a poner nerviosos, y entonces, el sistema acabará derrumbándose, provocando el advenimiento de una nueva era de democracia directa y comunas autogestionarias donde reinará la armonía. No sé en qué cabeza cabe que en España vayan a dimitir todos, cuando las dimisiones en España son un fenómeno cada vez más insólito. Suena muy bien, pero es una fantasía absurda, y que nos sale sumamente cara: estas mismas personas que quieren un sistema más democrático, paradójicamente han conseguido que el PP tenga mayoría absoluta con menos de un tercio del apoyo electoral. Gracias, abstencionistas, por trabajar por la mejora de la democracia.

Sobre el absurdo de estas teorías mágicas, cabe recordar el caso de las elecciones chilenas: un 59% de abstención, y el sistema no se ha derrumbado. Por si fuera poco, es sencillísimo solventar el problema de la abstención. Basta con establecer un sistema de sufragio obligatorio. El gobierno chileno ya habla de que sea así. Adiós utopía.

Camila Vallejo, conocida figura del movimiento estudiantil en Chile y ahora diputada por el Partido Comunista, propone una medida interesante: que se inscriba a todo el mundo de manera automática en el registro electoral, y que si alguien prefiere no votar, que tenga que ir a anular su inscripción. Se frenaría la abstención a la vez que se conservaría el derecho a no votar.

La abstención, le pese a quien le pese, es un posicionamiento. Aunque parezca que uno toma una actitud neutral, y que la decisión no tiene influencia alguna en el resultado, eso no es así. La pasividad consolida las mayorías. Permite que los fuertes sigan siendo fuertes. No tomar partido los beneficia a ellos.

Esto es como lo del pueblo en el que todos saben que hay un vecino que pega a su mujer, pero nadie dice ni hace nada. Así es como todos se convierten en cómplices. No tomar partido es perpetuar la injusticia. “Yo no tengo la culpa, no es asunto mío”. “Yo paso de meterme, bastantes problemas tengo”. No se puede vivir la vida como si fuésemos simples espectadores, como si el mundo y sus injusticias fuesen algo ajeno a nosotros. Somos actores, somos quienes hacen y padecen la historia.

Lo peor de esta gente es que luego se queja, y mucho, de la situación política. No hacen nada y luego lloran, tomando el papel de víctima, cuando el papel que les corresponde es el de culpable. Como decía Antonio Gramsci: "Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas".

No basta con mostrar descontento, no basta con la esperanza para que el mundo cambie. Es importante desear otro mundo, pero es fundamental tomárselo en serio y ser realista. Muchos políticos no son más que personas que luchan por cambiar el mundo, y que saben que las instituciones son otro campo de batalla más, y que no podemos permitirnos el lujo de abandonarlo.

viernes, 20 de septiembre de 2013

"El culto de los vivos y el culto de los muertos"



El culto de la personalidad de los dirigentes es un fenómeno negativo en la práctica de un partido. Aunque con alcance diferente, no deja de ser negativo cuando se refiere a dirigentes muertos. [….]

Inclusive en relación con las más notables figuras de la historia revolucionaria, no se deben alimentar ideas de infalibilidad.

Rendir homenaje a los muertos. Valorizar su papel. Aprender con sus enseñanzas y su ejemplo. Pero no lisonjear y no endiosar.

Lenin fue el más extraordinario revolucionario en la historia de la humanidad. Su nombre es inseparable y quedará eternamente ligado a la primera gran revolución que liberó a los trabajadores de la explotación capitalista y condujo a la construcción de una sociedad sin clases antagónicas. Sus escritos contienen enseñanzas de valor impar para todas las fuerzas revolucionarias. La doctrina del proletariado revolucionario se llama justamente marxismo-leninismo, uniendo así los nombres de los dos mayores teóricos y revolucionarios de la historia de la humanidad.

Pero ser leninista no consiste en endiosar a Lenin, en utilizar cada frase de Lenin como verdad universal, eterna e intocable, en sustituir el análisis por la cita, en responder a los acontecimientos mediante afirmaciones de Lenin, aun cuando se trata de fenómenos que Lenin no conoció en su época; en sofocar, con la transcripción de textos y con la presencia dominadora del hombre y la efigie y de la autoridad de ese nombre y de esa efigie, la investigación, el análisis y el espíritu creativo en el estudio e interpretación de los nuevos fenómenos.

Hay que combatir tendencias que surjan para el culto de la personalidad en el presente. Una de las formas de combatirlo es no practicar el culto de la personalidad en relación a figuras pasadas. […]

Un maestro es verdaderamente un maestro, si los discípulos no hacen del maestro un dios.

Con Dios no se discute, Dios ordena, a Dios se le obedece. Dios es el dogma; el maestro es la verdad dialéctica. Dios es la afirmación absoluta de una verdad eterna. El  maestro es la enseñanza de la verdad de la vida, en su evolución, en sus cambios, en su constante desarrollo, en su relatividad.

Es necesario aprender con Lenin y con sus enseñanzas de validez universal. Una primera condición para ser leninista es ver en Lenin un maestro y no un dios.


Este texto es un fragmento de la obra de Álvaro Cunhal "Un partido con paredes de cristal". En este libro habla de cómo debería funcionar un partido comunista, señalando errores comunes y ejemplos históricos, intentando que se visualice el paradigma de partido democrático. Este fragmento es una clara crítica a aquellos que pretenden ser "más leninistas que Lenin". 

Sé que es irónico que destaque lo de "sustituir el análisis por la cita", pero es uno de los vicios que más he conocido como militante.

domingo, 25 de agosto de 2013

MARHUENDA, PASTOR DE IGNORANTES



Ayer, en el programa “La sexta noche”, Paco Marhuenda le preguntó a Alberto Garzón que si apoyaba los genocidios del comunismo. Dijo que no entendía cómo podía haber gente comunista, y que el fascismo era lo mismo que el comunismo, pues ambos mataron a mucha gente.

Garzón dijo que en absoluto apoyaba el asesinato, y defendió a los comunistas diciendo que gracias a su lucha y a la de los sindicatos se consiguieron las conquistas laborales y sociales que disfrutamos ahora.

Carmelo Encinas le apoyó, haciendo entender que era absurdo acusar a los comunistas de hoy de esos crímenes, pues era lo mismo que criticar a los católicos echándoles la culpa de la inquisición, las cruzadas, etc.

También discutieron sobre la guerra civil, discusión en la que no faltó el típico “Fue una guerra de malos contra malos”, de boca de Eduardo Inda. Garzón señaló que no fue así, y que no valían las medias tintas.

Las medias tintas, ese es el problema central. Como los comunistas mataron y los fascistas mataron, comunismo es lo mismo que fascismo. O Paco Marhuenda es un borrego ignorante, o es que quiere que la gente lo sea. Ese reduccionismo se pasa por todo el forro toda la historia del siglo XX.

El fascismo fue una clarísima reacción violenta ante el auge del movimiento obrero. Durante la segunda república, la democracia permitió que los trabajadores tuviesen mejores condiciones laborales, y que sus hijos tuviesen una escuela laica y pública. A los empresarios estaban acostumbrados a imponer su propia voluntad, no les gustaba tener que negociar convenios colectivos y ponerse de acuerdo con los trabajadores. Tampoco gustó la república a los terratenientes, que tuvieron que ceder tierras a los agricultores que la trabajaban y no la tenían. ¡Qué injusto dar la tierra a quien la trabajaba, y no que se la quedara el que la poseía por legítimo derecho hereditario!

Estos señores con pasta no estaban acostumbrados a que algo les saliera mal, y lo mismo le ocurría a la iglesia, que se sentía ultrajada porque perdió el monopolio de la educación, que hasta entonces era pura doctrina católica. Aprovecharon que parte del ejército estaba un poco enfadado (por una reforma militar que redujo el número de oficiales) y financiaron un golpe, con Franco a la cabeza. Obviamente mucha gente salió a la calle a defender la democracia y todo lo bueno que estaba dándole. Y con ellos estaban los sindicalistas, los socialistas y los comunistas, dando ejemplo en su lucha junto a la clase trabajadora. Fue el poder de un pueblo contra el poder del dinero, teñido de “nacionalcatolicismo”. Hubo actos deplorables en ambos bandos, pero reducirlo a una lucha de malos contra malos es un cuento para ignorantes, para borregos.

A muchos les podrá parecer una paranoia, pero qué curioso que la lucha de clases se aprecie tan bien en otros casos de fascismo, como en Alemania. Hitler era un ferviente anticomunista, acusó a los marxistas de quemar el Reichtag, incluso los culpó del crack del 29, olé sus cojones. Normal que grandes empresas como Krupp, Thyssen o Siemenes lo apoyaran (con capital, claro). Para conseguir el apoyo de los trabajadores, el muy caradura colocó su esvástica sobre una bandera de fondo rojo, y bautizó a su partido como “nacionalsocialista”.
Esto mismo es claramente apreciable en el caso de Mussolini, y de los innumerables dictadores que en pleno siglo XXI siguen dando golpes en Latinoamérica. No hace falta profundizar mucho para entenderlo. Quien no lo ve es porque no quiere. Paco Marhuenda prefiere que la gente diga: “los comunistas y los fascistas son lo mismo, y punto”. Hay que destacar lo del “y punto”. Algo así como “eso es todo”, o “no me cuentes historias”, o “no me da el cerebro para más”. Pobres los que hacen caso de ese señor. A veces parece que quiera que le sigan sólo los borregos. Vocación de pastor tiene este personaje.

Si no te interesan la política ni la historia, puedes masticar esa mierda de “malos contra malos” y “el comunismo es igual que el fascismo”, le ahorrarás trabajo a tu cerebro. Otros preferimos analizar el mundo para así poder mejorarlo.

sábado, 6 de julio de 2013

LA HISTORIA DE "ANACONDA COPPER COMPANY"


Contaré la historia del conflicto entre la empresa Anaconda Copper Company y los campesinos del estado de Montana.

La historia se encuadra en las Montañas Rocosas, donde empezaron a aparecer importantes yacimientos de cobre, sobre todo a partir de los años 80 del siglo XIX. El principal holding nacional que se instaló allí fue la Amalgamated Copper Company, que operaba en Montana a través de la Anaconda Copper Mining Company.

Por aquel entonces la purificación del metal se efectuaba al aire libre, lo cual maximizaba la contaminación atmosférica. Se acabó prohibiendo esta actividad en el interior de las ciudades. No es que existiera un amor por el planeta Tierra en aquel entonces, simplemente la gente empezaba a tener problemas respiratorios de manera generalizada. Y morían: en la ciudad de Butte (Principal ciudad surgida por el aumento de la actividad minera de la zona) sólo entre Enero y Marzo de 1891 se registraron 242 muertes por problemas respiratorios. Por si fuera poco, a finales de siglo la vegetación de los alrededores de la ciudad había desaparecido.
No todas las empresas aceptaron la prohibición. Algunas, como la Boston and Montana Company, dijeron que no había relación entre las enfermedades respiratorias y la emisión de gases. También utilizaron el argumento económico, alegando que se perderían empleos y habría empobrecimiento generalizado en las zonas mineras si se detenían las calcinaciones. Su lema era “No smoke, no wages for workingmen” (Si no hay humo, no hay salarios para los trabajadores). El ayuntamiento acabó llevándolos a los tribunales, y ganó.

Volvamos a la Anaconda Copper Company. Esta no operaba en la propia ciudad de Butte, sino que construyó, a 60 km de la misma, una fundición, la más grande y moderna del mundo. En torno a la misma se fue conformando poco a poco una ciudad, y en honor a la compañía se bautizó con el nombre de “Anaconda”.

El mismo año en que empezó a funcionar la fundición (1902), los granjeros de los alrededores empezaron a apreciar síntomas en vacas y caballos. Demandaron a la empresa. Incluso contrataron a dos químicos que confirmaron que la fuente del problema eran las emisiones de la fundición. La compañía lo reconoció, y repartió 330.000 $ entre los granjeros que tenían su ganado dentro de un radio de 7,5 km, que era la zona afectada por los humos.

Para evitarse más problemas, la empresa construyó chimeneas mucho más altas, de manera que los humos se dispersaran mejor. No funcionó. Los granjeros se volvieron a quejar. Y no sólo a 7,5 km a la redonda, esta vez hubo quejas a más de 20 km de la fundición. Queriendo atenuar el problema acabaron expandiéndolo. Se asociaron y fueron a juicio pidiendo a la empresa una indemnización de 1.175.000 $. 

Esta vez la empresa no cedió, y negó su culpabilidad. Contrató a expertos en el tema para que dijeran que no había conexión ninguna entre las emisiones y la mala salud del ganado. También “presionó” al juez para que resolviera el pleito a su favor. Y con buen resultado: al final Anaconda tuvo que pagar tan sólo 300 $ a uno de los cabecillas de la asociación de granjeros. Para chinchar un poco más, la compañía hizo una campaña en la prensa en contra de los granjeros, organizando incluso ferias de ganado mostrando la buena salud de las reses de la zona.

Los granjeros respondieron, ahora de otra manera. Llamaron al mismísimo presidente F. D. Roosevelt para que intercediera en su favor. Quisieron aprovechar que el presidente se reconocía a sí mismo como western man (algo así como “campechano”), y que daría razón a la gente del campo. La solución que dio fue que la compañía crease unas instalaciones que sirviesen para reutilizar los desechos químicos. Les salía por 3.000.000 $. Se negaron, comenzando así una dura batalla en los tribunales. Anaconda movilizó a los medios de comunicación y a otros conglomerados empresariales para que apoyaran su causa, provocando bastante revuelo. Por si fuera poco, acabaron comprando a L. Johnson, el abogado del estado que los había encarado en los tribunales. Todo esto tuvo como resultado una resolución ridícula: se crearía una comisión para resolver el problema, siendo todos sus participantes miembros de la empresa. Hicieron falta muchos años para que Anaconda decidiera empezar a tratar los humos antes de expulsarlos.

Como puede verse, la actitud de la Anaconda Copper Company hace que sirva como ejemplo real de “empresa maligna”. Sólo el nombre que se puso a sí misma sugiere que no les importaba mucho parecerlo. Compró el poder político, el poder judicial y los medios de comunicación sólo por seguir con su jugosa actividad metalífera. Como decía Jafar (El malo de "Aladín"), quien tiene el oro hace las reglas. Y esto no se limita a empresas malignas, es la norma general que rige el funcionamiento de nuestra realidad: en los papeles de Bárcenas aparecen las grandes constructoras que “fomentaron” que el gobierno diera facilidades para construir frenéticamente y alimentar toda la burbuja inmobiliaria que nos llevó al desastre. José Mª Aznar y Felipe González tuvieron sueldazos de Endesa y Gas Natural tras haberlas privatizado durante sus respectivos gobiernos. Cuando el gobierno republicano dio tierras a los campesinos expropiándoselas a los terratenientes, éstos se enfadaron mucho y apoyaron económicamente a Franco para que lo remediase…

Todos votamos y eso nos gusta, pero el poder real lo da la pasta. Así funciona el liberalismo económico. Como dijo Neil Young, “Keep on rockin` in the free World”:

http://www.youtube.com/watch?v=y9SMXkpowo0


Dedico la entrada (y obligo a escuchar la canción) a Alicia Castaño.

lunes, 7 de enero de 2013

Ultraizquierdistas rabiosos



Para quien no lo sepa, ayer hubo un cierto enfrentamiento en Twitter, entre Alberto Garzón (diputado de IU) y Pablo Hasel (rapero con un mensaje revolucionario). El primero dijo que las letras de las canciones del segundo estaban llenas de tópicos y violencia gratuita. El segundo reaccionó atacando tanto al propio Alberto Garzón como a IU, llamándolos traidores al pueblo, lameculos y socialdemócratas. Detrás de él otros muchos aprovecharon para hacer lo mismo.

Yo aprovecho para opinar sobre la utilidad de atacar constantemente a la socialdemocracia como si fuera el enemigo. Como comunista rechazo el reformismo como método para alcanzar la sociedad sin clases. Pero, también como tal, he de ser consciente de la realidad en la que vivo y actuar en consecuencia.

Hace falta regresar al debate “Reforma o Revolución”, título de la conocida obra de Rosa Luxemburgo. Esta mujer defendía la revolución como único medio para lograr la sociedad sin clases, y argumentaba sobre la imposibilidad de conseguirlo a través de reformas democráticas, ya fueran conseguidas por partidos socialdemócratas o mediante la lucha sindical. Según ella, estas reformas serían cambios superficiales, nunca podrían acabar con la estructura capitalista.

En una ocasión dijo que la lucha sindical era como El mito de Sísifo, aquel hombre condenado a subir una gran roca a la cima de una montaña para luego dejarla caer de nuevo hasta abajo, teniendo que bajar otra vez para recogerla y repetir eternamente esa absurda tarea.

Obviamente los dirigentes sindicales se cabrearon con ella y respondieron diciendo que su lucha no era absurda, y que gracias a ella se van consiguiendo mejoras notables para los trabajadores. Ella respondió que no quería decir que la lucha sindical fuera absurda, pero que tenía sus límites. Para ella, la lucha sindical y la tarea reformista tenían una utilidad, la de PONER EN EVIDENCIA AL SISTEMA CAPITALISTA, que no permite conseguir la emancipación de los trabajadores dentro de su legalidad.

Las políticas reformistas son por tanto útiles para que los trabajadores se den cuenta de los límites que éstas tienen, para que descubran que sólo mediante una revolución será posible abolir las clases. La reforma laboral del año pasado da la razón a R. Luxemburgo: las conquistas sociales logradas por los sindicatos a lo largo de décadas se fueron por el retrete. Es igualito a El mito de Sísifo, y debe servir para que nos demos cuenta de que la revolución es el único camino.

Ese es el enfoque que yo considero aplicable a la realidad española. Si ganase IU, creo yo que lo más probable es que ocurriera una de estas dos cosas:


-     Una reacción fascista: si IU hace lo que promete la burguesía se verá amenazada, y utilizará la fuerza para proteger sus intereses. Esta reacción sería casi una certeza, igualito que lo ocurrido con Franco y Pinochet, por ejemplo. Puede que no sea algo tan explícito como un golpe de estado, yo pienso que es más probable que nos pongan a un tecnócrata o algún otro tipo de supresión democrática. Si IU cancela parte de la deuda, es fácil que la coacción venga del poder Europeo.


-      Un PSOE-2: si IU sigue con la sumisión a la Troika, mostrándose incoherente con su discurso de izquierdas, la gente quedará decepcionada al no ver cambio fundamental ninguno.


En ambos casos, el resultado sería una pérdida de fe en la democracia parlamentaria. Mucha gente se pasará al grupo de los que pasan de la política, y otros tantos a la derecha, pero mucha otra gente verá en la revolución la única manera de lograr una sociedad hecha para los trabajadores. No ataquemos a la socialdemocracia, dejemos que ella misma demuestre a todo el mundo el fracaso que supone.

Este fracaso crearía hegemonía, seguramente en mucha mayor medida de la que se pueda conseguir votando en blanco o meternos en Twitter para insultarnos unos a los otros. Ir por ahí acusando a la gente de vendida, revisionista, títere del sistema, trotskista, etc. sólo crea un ambiente hostil que hace que la gente que está descontenta y desorientada prefiera irse a la derecha o pasar de la política. Y para cambiar las cosas necesitaremos el apoyo de esa gente, necesitaremos que se den las condiciones subjetivas para la revolución. Como dijo @Raskolnistan en su post “Lo que nos une” http://cort.as/2Xo0 , esto parece “La vida de Brian”, con su Frente Judaico Popular y su Frente Popular de Judea.

Va siendo hora de que nos importe más cambiar nuestro mundo que mantener una falsa pureza ideológica. Muchos comunistas ortodoxos que hoy adoran a Lenin, seguramente hace 90 años le habrían acusado de falso o traidor por instaurar la NEP.

Hay muchos ultraizquierdistas rabiosos que no parecen ser muy conscientes de que benefician a la derecha con sus comentarios. Creo que todo comunista debería pararse a pensar si lo que va a decir va a ser bueno o malo a la hora de conseguir que cada vez más gente apoye nuestra causa.