Sánchez está totalmente rodeado de casos de corrupción. Su hermano y su mujer enchufados de la manera más descarada, su mano derecha y su secretario de organización investigados, el fiscal general procesado por hacerle el trabajo sucio al PSOE, el caso sórdido de Leire Díez y el acoso a la Guardia Civil… Hasta las primarias en las que ganó Sánchez estaban amañadas, según parece.
Esto es sumamente grave, y no hay cartas a la militancia ni ataques fútiles al PP que tapen semejante escándalo. Además, parece que esta semana empezará calentita, en cualquier momento alguno de los secuaces de Sánchez pactará con la fiscalía para aportar pruebas contra él y así atenuar su propia condena.
Ante esta situación, sigue habiendo personas y periodistas que defienden al presidente a capa y espada. Algunos a sueldo, otros por cabezonería sectaria y otros por ir contra la derecha siempre y en absolutamente todo.
De estos últimos quiero hablar a continuación. De los que defienden lo que sea, incluso a políticos criminales, por el espíritu de “frenar a la ultraderecha”.
Hace más de diez años reinaba en la izquierda alternativa española una clara oposición al PSOE. Signo de ello fue lo mal que sentó el pacto de Izquierda Unida con el PSOE en Andalucía, allá por 2012. Recordemos que este partido era entonces considerado un partido embaucador y traidor a los trabajadores, al menos desde el punto de vista de esta “izquierda a la izquierda del PSOE”. Y con razón, dicho sea de paso.
Esa izquierda a la izquierda del PSOE, a la que he llamado también “izquierda alternativa española”, hace años que ha rendido sus armas a los socialistas. Unidas Podemos y después Sumar entregaron sus diputados, su fuerza electoral y su discurso al PSOE. Y así, defendiendo a su enemigo, dejaron de ser quien eran, perdieron su razón de ser. Y tiraron al retrete el que se supone que era su papel en la historia, que no era otro que el de desenmascarar a la socialdemocracia como paso necesario para la Revolución.
Pero claro, ha ganado el alma antifascista de esa izquierda, porque parar al fascismo es una misión histórica de primer orden. Pero claro, hay un error: considerar que un partido como Vox sea fascista. Hay que ser tremendamente cegato para equiparar una política de, en resumen, hacer cumplir la ley (que los inmigrantes ilegales sean penalizados por cometer ilegalidades, que se cumplan las órdenes de deportación que recaen sobre terroristas islámicos, etc.) con una política de gasear a millones de judíos. La izquierda que equipara ambas cosas comete, sin saberlo, la misma estupidez que comete Vox cuando dice que el gobierno de Sánchez es “socialcomunista”. Pero claro, la izquierda no se entera de lo que ocurre en este siglo y muchos seguirán diciendo que ir en contra de la inmigración ilegal equivale a promover ideas relacionadas con la superioridad racial.
¿Defiendo yo a Vox? Por supuesto que no, esa gente es reaccionaria y antiobrera, y a saber lo que haría con los servicios públicos. Pero claro, ahora te dicen que, si atacas a Sánchez, eres del club de las derechas, del “Team Facha”. Si sostienes que el gobierno criminal de Sánchez debe caer, es que te gusta Feijó.
Dos cuestiones con esto:
En primer lugar, muchos votantes del PSOE defienden a criminales. Quieren a esos delincuentes en el poder y lo afirman cuando dicen “mejor Sánchez que Feijóo”. Es tragicómico, porque su discurso anti-PP se basaba sobre todo en señalar que el PP es una mafia corrupta, y en decir que “si votas a corruptos y ladrones eres un idiota”. ¿Quién no ha conocido a votantes del PSOE que despreciaban a los votantes del PP por votar a chorizos?
En segundo lugar, la idea que señalo (si no estás con Sánchez, estás en el bando de la derecha) es puro pensamiento bipartidista que, por desgracia, se ha visto reforzado precisamente por la subyugación de Sumar y Podemos al PSOE. IU hizo bien en su día queriendo romper el bipartidismo, y ha acabado apuntalándolo a través de la coalición Sumar. Ya no cantan la consigna de “PSOE, PP, la misma mierda es”, ahora somos menos quienes la seguimos entonando en las calles. En mi caso, engrosando las filas del Frente Obrero.
Otra cosa tragicómica es que, cuando Sánchez dimita, dirán que hizo bien. Defendían mantener a un presidente delincuente y mafioso, para luego acabar diciendo que “fue digno y dimitió”. Pero claro, suponiendo que semejante individuo dimita, cuando yo lo veo más pidiendo una amnistía cuando esté entre rejas o huido en Suiza o Marruecos y considerándose un preso político.
Pero la verdadera tragicomedia de la izquierda ha sido poner todos los huevos en la cesta de Pedro Sánchez, para que esa cesta se rompa en pedazos por el estallido de los casos de corrupción que he enunciado al inicio. Y, lo que es peor, en nombre de la oposición a un fascismo que sólo existe en sus cabezas lobotomizadas.